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MAPAS CONCEPTUALES
BIOGRAFÍAS (www.biografiasyvidas.com)
Pelayo
(?-?, 737) Caudillo astur. La personalidad de Pelayo ha sido mitificada a lo largo de los tiempos hasta rodear al personaje de un aura heroica casi sobrehumana. Las fuentes más fiables indican que formó parte de una de las familias de la aristocracia del norte de la Península, quizá de origen visigótico, asentada en la cuenca del Sella.
A raíz de la derrota y muerte del rey Rodrigo, ante los invasores árabes, en la batalla del Guadalete (711), se produjo el súbito colapso del reino visigótico y la caída de la península Ibérica en poder de los musulmanes. Según las crónicas musulmanas, Pelayo estuvo en Córdoba como rehén. Alrededor del 718 organizó en el norte una revuelta contra el pago de los impuestos exigidos por los nuevos gobernantes, que desembocó en una guerra abierta.
Aprovechando su conocimiento del terreno, los sublevados acosaron a las tropas árabes, poco habituadas a combatir en regiones tan abruptas y con un clima tan frío. En el 722, Anbasa, gobernador árabe de la península Ibérica, envió un ejército para aplastar, de una vez por todas, la revuelta. Pelayo y sus seguidores atrajeron a la fuerza expedicionaria, compuesta seguramente por unos pocos miles de efectivos, que ya habían logrado diversas victorias, hasta los valles de Covadonga, donde cántabros y astures se habían hecho fuertes. Su formidable posición defensiva no pudo ser conquistada ni por las tropas beréberes, acostumbradas a combatir en terreno montañoso, que formaban parte del contingente musulmán.
Por último, los atacantes se vieron forzados a emprender una retirada que se tornó desastrosa cuando Pelayo se lanzó en su persecución hostigándolos sin tregua. Al fin, posiblemente, tras haber reforzado sus efectivos, entabló combate franco y derrotó a los musulmanes en Olalíes (actual Proaza), tras lo cual estableció su capital en Cangas de Onís.
Don Pelayo se convirtió para los españoles en el primer héroe de la Reconquista, y como tal fue celebrado no sólo en crónicas y romances medievales, sino también en extensos poemas como El Pelayo (1605) de Alonso López Pinciano, y en numerosos dramas del Siglo de Oro, los más conocidos de los cuales son El último godo, de Lope de Vega; La restauración de España, de Luis Vélez de Guevara, y El restaurador de Asturias, de Juan Bautista Diamante. Con el Neoclasicismo, la figura volvió a los honores de la escena en la tragedia en verso y en cinco actos Pelayo, de Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811), destacada pieza de la serie de tragedias neoclásicas que los escritores españoles del siglo XVIII escribieron imitando a Corneille, a Racine e incluso a Vittorio Alfieri. El héroe godo apareció asimismo en la tragedia en tres actos Pelayo, de Manuel José Quintana (1772-1857), representada en 1805. Ya en el Romanticismo, José de Espronceda le dedicó también un poema, inacabado, titulado Pelayo.
Alfonso I el Católico
(?, 693-Cangas, actual España, 757) Rey de Asturias (739-757). Yerno de Pelayo, fue elegido rey por los nobles tras la muerte de Favila. Bajo su reinado, la insurrección contra los árabes, que hasta entonces confinada a las regiones más montañosas y a la costa del Cantábrico, se extendió hacia el sur, gracias a una serie de incursiones que obtuvieron provecho de las dificultades internas de los emires de al-Andalus. Las sublevaciones de los beréberes y las malas cosechas permitieron a los astures llevar a cabo una serie de ofensivas con casi total impunidad por Galicia, La Rioja, Álava y Portugal. A pesar de todo, estos ataques apenas comportaron algunas ganancias territoriales como la ocupación del norte de Galicia, con los valles del alto Miño y el Sil, y, según parece, también la ciudad de León.
Alfonso II el Casto
Rey de Asturias (?, 759 - Oviedo, 842). Era hijo de Fruela I y sucesor de Vermudo I. Su largo reinado comenzó en el 791 y tuvo una interrupción entre el 801 y el 802, al ser expulsado del trono por una conjura palaciega, para recuperarlo después. En ese periodo consolidó definitivamente la monarquía asturiana: estableció la capital en Oviedo, enriqueciéndola con numerosas construcciones (un palacio real y varios templos cristianos); reorganizó la corte y la Iglesia con arreglo a las normas de los visigodos; y, sobre todo, hizo frente a los ataques del Emirato de Córdoba (contra Álava, Galicia y Cantabria principalmente), que dominaba la práctica totalidad de la Península. En ese empeño no pasó del éxito defensivo frente a los musulmanes, que llegaron a entrar en Oviedo por dos veces (794 y 796); Alfonso envió emisarios a Carlomagno en busca de ayuda (796), se adentró hasta Lisboa en una audaz cabalgada (797), y prestó refugio a musulmanes rebeldes al poder de los Omeya (como el beréber Abd al-Chabbar, que después se rebeló contra Alfonso, el cual le venció en el 840). Durante su reinado se descubrió en Galicia el sepulcro donde se decía que estaba enterrado el apóstol Santiago; alrededor de la iglesia que Alfonso hizo construir en aquel lugar surgiría la ciudad de Compostela.
Fernán González
(?-Burgos, 970) Primer conde independiente de Castilla (930-970). Personaje teñido de tintes legendarios, poco se sabe de su origen, salvo que era miembro de la influyente familia de los Lara. Con el tiempo, se convirtió en uno de los nobles más poderosos del reino leonés, y reunió en sus manos importantes territorios en la parte oriental del reino de Ramiro II. Tuvo un papel destacado en la batalla de Simancas (939), y a continuación conquistó Sepúlveda y la repobló.
Viendo su poder acrecentado, empezó a actuar de manera cada vez más independiente de su señor, y, siguiendo esta política, se casó con Sancha, hermana del rey García Sánchez I de Navarra. Ante esto, Ramiro II de León le hizo encarcelar en el 944, y lo mantuvo retenido durante tres años, hasta que Fernán González se avino a renovarle su juramento de fidelidad.
Muerto Ramiro II en el 951, el reino de León quedó sumido en una crisis dinástica que Fernán González supo aprovechar en su favor. Inicialmente apoyó las reclamaciones de Sancho contra su hermano Ordoño, pero al no prosperar su causa se vio obligado a reconocer como rey a Ordoño III de León. La temprana muerte de éste permitió al castellano recuperar su capacidad de maniobra, aunque en esta ocasión no apoyó las pretensiones de su antiguo aliado, el rey Sancho, si no que se alineó con el hijo de Ordoño III, Ordoño IV de León.
Derrotado por la intervención navarra, en el 960, fue capturado por García Sánchez, pero recuperó la libertad tras hacer diversas concesiones territoriales. Con el reino de León debilitado y en una situación de desorden, Fernán González fue asegurando lentamente su posición como señor hereditario del condado independiente de Castilla. Al morir dejó el trono a su hijo García Fernández.
La figura de Fernán González fue pronto fuente de inspiración literaria; la primera manifestación del interés por este personaje histórico es el Poema de FernánGonzález, un poema épico en versos alejandrinos distribuidos en 740 cuartetas monorrimas (cuaderna vía), cuya composición se remonta a los primeros decenios de la segunda mitad del siglo XIII. Es obra de un desconocido monje español de la abadía de San Pedro de Arlanza, cuyo fundador había sido el mismo Fernán González. El texto ha llegado hasta nuestros días mutilado y con lagunas, en un solo manuscrito publicado en París en 1876.
El Poema de Fernán González narra las legendarias gestas de su protagonista presentándolo como campeón de la independencia castellana y como el más valiente defensor de la fe cristiana contra los musulmanes. La obra empieza señalando la propagación del cristianismo en España, hasta el declive del reinado de los visigodos, arrollados por las hordas musulmanas; sigue después el movimiento de la reconquista promovido por Alfonso el Casto, continuado por Bernardo del Carpio y sólidamente basado en el nuevo feudalismo que se constituyó en Castilla. Según el Poema, el Conde Fernán González, raptado cuando niño a su familia, fue educado por un carbonero, a cuyo lado llevó una vida libre y salvaje; pero, apenas enterado de su origen, partió con el deseo de liberar a su patria.
Fernán González combate y vence a Almanzor, al rey Don Sancho de Navarra y al conde de Tolosa, consiguiendo más tarde librar a Castilla del dominio del rey de León, Don Sancho Ordóñez, estableciéndose como legítimo señor. La reina de León, hermana del difunto don Sancho de Navarra, propone a Fernán González que se case con su prima doña Sancha. Mientras se dirige a la casa de su futura esposa es atacado por los navarros, hecho prisionero y conducido a Castroviejo. Pero Sancha corre en su ayuda, lo libera y se dirige con él a Castilla, donde se celebran las bodas con gran solemnidad. Al frente de sus caballeros, el conde Fernán González vuelve a derrotar al rey de Navarra; éste, no dándose aún por vencido, vuelve a intentar la prueba contra el Conde, que en Valpir lo derrota definitivamente.
La figura del protagonista, caballero perfecto y mortal enemigo de los moros, atrae toda la atención del poeta, que, animado por un espíritu religioso y guerrero, contempla y admira en él el devenir providencial de la historia, gracias al cual quedó asegurado el triunfo de la idea cristiana y la libertad y autonomía de Castilla. El poema, que en sus modalidades literarias y en sus moldes fijos denota la influencia de los cantares de gesta, no alcanza nunca las soberbias creaciones fantásticas con las que aquéllas conseguían captar desde dentro la vida de un alma. La atmósfera de historicidad que respira el poeta español niega el vuelo a la imaginación y pesa sobre todo. Es una obra que no consigue nunca idealizar, por estar ceñida al detalle minucioso e inclinada a las amplificaciones retóricas; por ello es uniforme y monótona, y los raros momentos de efecto vigoroso (por ejemplo la batalla con Almanzor y la liberación del Conde por parte de doña Sancha) son siempre brevísimos, revelando la pasión del monje poeta por todo lo que es heroico y caballeresco.
Wifredo I el Velloso
(o Vifredo) Conde de Barcelona (?, ? - ?, 898). Este noble catalán reunió bajo su mano un conglomerado de estados feudales que gobernó de forma autónoma, aunque como vasallo del reino franco, que dominaba la Marca Hispánica. La tradición posterior le convirtió en arranque de la unidad e independencia de Cataluña, envolviendo esta figura entre leyendas de dudosa veracidad, como la que le atribuye la creación del escudo barrado (actual distintivo de Cataluña, Aragón, Valencia y Baleares). Heredó primero de su padre el Condado de Urgel (873), al que unió más tarde los condados de Barcelona (874), Gerona y Cerdaña-Conflent (895). Extendió los territorios recibidos impulsando la reconquista contra los musulmanes por las comarcas del Ripollès, Osona, Bergedà y Bages, aunque fracasó en el intento de tomar Lérida (884). Murió por las heridas recibidas en la batalla de Aura contra el gobernador musulmán de Lérida, quedando sus estados divididos entre sus hijos. De Wifredo arranca la dinastía condal de Barcelona.
Borrell II
(?, c. 915-Urgel, 992) Conde de Barcelona, Ausona y Gerona. Hijo del conde Sunyer. Gobernó los tres condados junto con su hermano Miró (947-966) y, a la muerte de éste, continuó él solo (966-992). Conde de Urgel (948-992). Su política se basaba en mantener un equilibrio entre los dos grandes poderes de la época en Cataluña: el carolingio, que comenzaba su declive, y el califal, en su momento de mayor auge, aunque las relaciones pacíficas que mantenía con el califato de Córdoba se vieron truncadas por Almanzor, que en 985 saqueó Barcelona. En su afán diplomático, Borrell II cultivó las relaciones con el papado y con los grandes dirigentes del Languedoc. Luchó por la unidad de los condados de Cataluña y la independencia eclesiástica, con el establecimiento de la sede arzobispal de Osona. En su testamento separó los condados de Barcelona y Urgel.
Sancho III el Mayor
(Sancho Garcés) Rey de Pamplona que unificó temporalmente la España cristiana (?, h. 992 - ?, Navarra, 1035). Era hijo de García Sánchez, el Trémulo, a quien sucedió en el Trono en el año 1000, inicialmente bajo un consejo de regencia.
Aprovechando la desintegración del Califato de Córdoba, dirigió toda su atención hacia la unificación de los principados cristianos de la península Ibérica y algunos del otro lado de los Pirineos: siguiendo las ideas feudales dominantes en la Europa del siglo XI, estableció una red de relaciones de vasallaje y parentesco que le hizo rey -teóricamente- de un extenso territorio que iba «desde Zamora hasta Barcelona», incluyendo Gascuña.
Se casó con la hija del conde de Castilla en 1010, lo cual facilitó un acuerdo favorable sobre las fronteras entre ambos estados (1016). Anexionó a su reino los condados de Sobrarbe y Ribagorza, alegando derechos dinásticos para intervenir en sus conflictos internos contra las pretensiones del conde de Barcelona (1019). Más tarde sometió también a este último a vasallaje, a cambio de la ayuda prestada en el conflicto contra su propia madre (hacia 1023). Por las mismas fechas, el apoyo al conde de Gascuña en su lucha contra el Condado de Toulouse, le proporcionó al rey de Pamplona el vizcondado del Labourd y el vasallaje de Gascuña (que teóricamente heredó Sancho al morir el conde, que era su tío).
Su parentesco con la familia condal castellana le permitió igualmente intervenir en aquel estado, apoyando la autoridad de su cuñado (el conde niño don García) frente a los nobles y a la intromisión del rey de León; Sancho casó a su hermana Urraca con el rey leonés para pacificar las relaciones con él y poder así ejercer libremente su influencia sobre Castilla. Al morir asesinado el conde don García durante un viaje a León (1029), Sancho ocupó Castilla alegando los derechos sucesorios de su mujer, a pesar de que existían herederos masculinos con más derechos para regir aquel Condado.
Esto hizo estallar la guerra con el rey de León, que también ambicionaba la anexión de Castilla; la suerte de la guerra entre los dos reyes favoreció al de Pamplona, que ocupó León, Zamora y Astorga (1034).
De ese momento data una acuñación de moneda en la que Sancho se titula emperador. Sin embargo, su «imperio» fue efímero: en 1035 el rey leonés reconquistaba su capital (que era la ciudad que daba derecho a usar el título imperial). Y en aquel mismo año moría Sancho, dejando sus estados repartidos entre sus hijos: Pamplona, las Vascongadas y la Bureba para García; Castilla para Fernando; Sobrarbe y Ribagorza para Gonzalo; y Aragón para Ramiro.
Fernando I de Castilla
(Fernando I de Castilla, llamado el Grande o el Magno; ?, h. 1017 - León, 1065) Primer rey de Castilla. Era hijo de Sancho III el Mayor de Navarra y de doña Munia, hija del conde de Castilla Sancho García. En 1029 recibió por herencia materna el condado castellano, aunque fue su padre quien lo gobernó de hecho. Al morir éste en 1035, Fernando recibió el pleno dominio de Castilla con título de rey, aunque mermado su territorio por el este y por el oeste en beneficio de Navarra y de León.
El conflicto con ambos reinos vecinos por recuperar los territorios perdidos le llevó a sendas guerras victoriosas, mediante las cuales consolidó y agrandó su reino recién nacido. En la primera venció a los leoneses en la batalla de Tamarón (1037), en la que murió su rey; alegando los derechos de su esposa Sancha al trono leonés vacante, Fernando se hizo coronar rey de León en 1038, uniendo por primera vez las dos coronas. La segunda guerra fue contra su hermano García IV de Navarra, al que derrotó y dio muerte en la batalla de Atapuerca (1054).
La última parte de su vida la dedicó a combatir contra los musulmanes: reconquistó Viseo, Lamego (1055) y Coimbra (1064); y dirigió varias expediciones militares para exigir de los reinos de Taifas de Zaragoza, Toledo, Badajoz y Sevilla el pago de tributos en reconocimiento de vasallaje. Al morir dejó sus estados repartidos entre sus hijos Alfonso VI (León), Sancho II (Castilla) y García (Galicia).
Alfonso VI de Castilla y León
(Alfonso VI de Castilla y León, llamado Alfonso VI el Bravo; ?, 1040 - Toledo, 1109) Rey de Castilla y León. Tras la muerte de su padre, Fernando I de Castilla y León, en 1065, Alfonso recibió el reino de León, a lo que se opuso su hermano Sancho II, que había recibido Castilla. Alfonso VI fue derrotado en Llantada en 1068, y en Golpejera, en 1072, y fue obligado a exiliarse junto con su hermano García.
A la muerte de Sancho II de Castilla, asesinado mientras asediaba a su hermana Urraca en Zamora, Alfonso VI fue llamado para ser coronado rey, pero antes tuvo que realizar, por instigación de la nobleza castellana encabezada por Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, un juramento por el cual se autoexculpaba de haber tenido relación con la muerte de su hermano.
En 1085, Alfonso VI logró apoderarse de Toledo, lo cual le dio un gran prestigio. Sin embargo, los reinos de taifas de Badajoz y Sevilla llamaron en su ayuda a los almorávides del norte de África, los cuales derrotaron a Alfonso VI en la batalla de Sagrajas, en 1086, acción militar que significó el punto de arranque una difícil etapa que marcaría los últimos años de su reinado.
Fernando III el Santo
(Fernando III de Castilla y León, llamado el Santo; Monasterio de Valparaíso, Zamora, 1199/1201 - Sevilla, 1252) Rey de Castilla y de León. Con él volvieron a unirse ambas Coronas, al heredar el reino de Castilla por la muerte de su tío Enrique I (1217) y el de León por la muerte de su padre Alfonso IX (1230). Las dos herencias plantearon problemas y resistencias, salvadas gracias a la habilidad diplomática de la reina madre Berenguela.
Una vez sometidos los nobles díscolos y unificados los dos reinos, Fernando III de Castilla y de León dio un fuerte impulso a la Reconquista, aprovechando la superioridad militar obtenida sobre el Islam desde la victoria de su abuelo Alfonso VIII de Castilla en la batalla de Las Navas (1212). Dicha empresa habría de conducir a la reconquista del valle del Guadalquivir, que convirtió al reino castellano-leonés en un territorio mucho más extenso que cualquiera de sus vecinos, y en el único que conservaba frontera terrestre con el Islam (por la supervivencia del reino de Granada hasta el siglo XV).
El inicio de esa gran campaña guerrera fue aprobado en la Curia de Carrión de 1224, coincidiendo con las luchas por el poder que se abrieron entre los musulmanes al morir el sultán almohade Abú Yacub Yusuf. Una tras otra fueron cayendo en manos cristianas ciudades musulmanas tan significativas como Córdoba (1236) o Jaén (1246). Sevilla, en cambio, resistió duramente, exigiendo añadir al esfuerzo militar en tierra la actuación de la flota castellana del Cantábrico bajo el mando de Ramón Bonifaz, que asedió la ciudad por el río y bloqueó el Atlántico para impedir que llegaran refuerzos. Finalmente, Sevilla se rindió al rey Fernando en 1248.
En cambio, no consiguió completar el dominio de la Baja Andalucía con la toma de Cádiz -aunque lo intentó varias veces-, objetivo que cumpliría su hijo Alfonso X el Sabio. A la reconquista siguió la repoblación de las tierras recién incorporadas mediante repartimientos a caballeros y peones cristianos. Fernando III de Castilla murió en 1252, cuando preparaba una campaña para continuar la Reconquista hacia el norte de África; fue enterrado en la catedral de Sevilla. La Iglesia católica le canonizó en 1671.
Alfonso I Enríquez
(Llamado el Conquistador; ?, 1109 - Coimbra, 1185) Primer rey de Portugal. En 1111 heredó el condado de Portugal de su padre, Enrique de Borgoña, al cual se lo había cedido su abuelo materno, Alfonso VI de Castilla. Desde 1128 se rebeló contra la tutela de su madre y del rey castellano, haciendo que su tío Alfonso VII le reconociera como conde independiente en 1137. Tras sus victorias contra los musulmanes en la frontera sur (batalla de Ourique, 1139) se hizo proclamar rey e instaló su corte en Guimarães, al norte del país; Alfonso VII reconoció al reino de Portugal por el Tratado de Zamora (1143), al cual siguió el reconocimiento papal en 1179. En 1145 fundó la orden de Aviz. Prosiguió la Reconquista contra el Islam, tomando Santarem, Lisboa (1147), Beja (1162) y Évora (1165); y aunque durante unos años la frontera se estancó ante los ataques de los almohades (1170-84), al morir Alfonso Enríquez Portugal tenía ya la extensión actual a falta sólo de conquistar el Algarve (que quedaría incorporado en el siglo xiii).
Alfonso II el Casto
(Barcelona, 1132-Perpiñán, 1196) Rey de Aragón (1163-1196) y conde de Barcelona (1162-1196). Hijo de Ramón Berenguer IV y de Petronila de Aragón, se enfrentó a Raimon V de Provenza por sus derechos sobre Occitania. Llevó a cabo una política agresiva respecto a los musulmanes de Valencia: fundó Teruel, en 1170, como puesto avanzado, y realizó una serie de incursiones que le llevaron hasta Játiva. Gracias a una alianza, en 1186, con Castilla y León, contra Navarra, logró quedar eximido del vasallaje que su padre había jurado prestar a los reyes castellanos. Además, mediante el tratado de Cazorla, estableció con Alfonso VII de Castilla el futuro reparto de las tierras conquistadas a los musulmanes. Más adelante cambió sus alianzas y se enfrentó a los castellanos al lado de Navarra. Estas luchas entre los reinos cristianos finalizaron tras la derrota castellana de Alarcos, frente a los almohades, en 1194, que obligó a un mayor entendimiento frente a la amenaza común.
Sancho Ramírez I
(?, 1043-Huesca, 1094) Rey de Aragón (1063-1094) y de Navarra (1076-1094). Hijo y sucesor de Ramiro I de Aragón, durante su reinado se introdujo el rito romano en diversos monasterios bajo su jurisdicción (1071). Asesinado su primo Sancho IV de Navarra, fue reconocido rey en Pamplona (1076) con el nombre de Sancho V. Tomó Ayerbe, Graus (1083) y Monzón (1089), y logró hacerse pagar tributos por el rey musulmán de Huesca (1090). Para establecer relaciones cordiales con Castilla, ayudó a Alfonso VI en la batalla de Sagrajas (1086) y en la defensa de Toledo (1090) y, finalmente, concertó un tratado de ayuda mutua con el Cid (1092). Completó el cerco de Huesca fortificando Abiego, Labata y Santa Eulalia la Mayor (1092), y en el verano de 1094 dispuso sus ejércitos frente a la ciudad, durante cuyo asedio murió.
Sancho Ramírez I accedió al trono a la muerte de su padre, acaecida en el cerco de Graus (Huesca), durante la campaña que mantuvo frente a al-Muqtadir de Zaragoza. Su reinado supuso un impulso decisivo al establecimiento de la Iglesia como referente fundamental en el reino aragonés. Así, ya en 1068 viajó a Roma, donde puso su persona bajo la protección del papa Alejandro II (1061-1073).
En 1071 introdujo el rito romano, en sustitución del mozárabe, en las iglesias del reino, empezando por los monasterios de San Juan de la Peña (donde también asentó el inicio de la reforma cluniacense en su reino), San Pedro de Loarre y San Victorián. En 1077 lo implantó en la recién creada diócesis de Jaca (Sancho Ramírez convirtió Jaca en capital del reino y le concedió sus fueros), en la que consagró a su hermano García como primer obispo, y, por último, en la de Roda (1092). Lo mismo hizo en tierras navarras, primero en la sede de Pamplona (1083).
Finalmente, en 1089, en época de Urbano II (1088-1099), infeudó el reino al papado por una cantidad de quinientos mancusos anuales. En contrapartida, el papa le otorgó numerosos privilegios, entre ellos la potestad de distribuir por capellanías o monasterios las rentas de los lugares conquistados al Islam, lo que no fue sino el origen del papel determinante que la Iglesia tendría en la repoblación de los territorios aragoneses de nueva conquista.
Respecto a la lucha frente al poder musulmán, durante su reinado comenzó la expansión aragonesa por el valle del Ebro. Así, a lo largo del valle del Cinca fueron cayendo, sucesivamente, Graus (1083), Secastilla (1084), Monzón (1089), Albalate de Cinca, Estada, Zaidín (1092) y Almenar (1093); en la ribera de Navarra tomó Arguedas (1084) y el Pueyo de Sancho; en la frontera norte de la taifa de Zaragoza fortificó El Castellar, y frente a Huesca, pudo tomar las plazas de Alquézar (1069), Ayerbe (1083-1084) y establecerse en Montearagón (1088), para, más tarde, lograr completar el cerco de Huesca al fortificar Abiego, Labata y Santa Eulalia la Mayor (1092), obligando al rey musulmán de Huesca a pagar tributos (1090).
En cuanto a sus relaciones con el resto de reinos cristianos peninsulares, al comienzo de su reinado se vio involucrado en la llamada Guerra de los Tres Sanchos (1067), en la que tomó partido por su primo, Sancho IV el de Peñalén de Navarra (1054-1076), cuando vio invadidas sus posesiones en la Rioja por Sancho II de Castilla. Sancho Ramírez I logró derrotar al ejército del castellano durante el asedio de Viana, pero hubo de retirase ante el ataque sobre la Ribagorza de los musulmanes de Huesca, probablemente concertado con Sancho II.
Ese primer enfrentamiento no le impidió acudir a la petición de ayuda de Alfonso VI de Castilla (1072-1109) y León (1065-1109) para hacer frente a los almorávides, que se saldó con la derrota de Sagrajas (1086), así como a la posterior defensa de Toledo (1090), acciones en las que también participó su hijo primogénito, el infante Pedro, futuro Pedro I de Pamplona y Aragón (1094-1104). Así mismo, influido por su hijo y por la opinión de nobles y próceres asociados a la Corona sobre la necesidad de contar con un aliado de prestigio, en 1092 concertó un tratado de colaboración y defensa mutua con Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador. Ya en 1091 había enviado tropas a Valencia, por entonces en posesión del Cid, acosada por los almorávides.
Con respecto a Navarra, el asesinato de Sancho IV a manos de sus hermanos Ramón y Ermesinda en Peñalén hizo que los derechos dinásticos de sus hijos legítimos, Sancho y García, fuesen ignorados, mientras los instigadores de la conjura se veían obligados a exiliarse. De este modo, Sancho Ramírez reclamó y obtuvo la Corona de Navarra, aunque buena parte del reino (La Rioja, Álava, Vizcaya, el Duranguesado y la parte occidental de Guipúzcoa) fue asimilada por Alfonso VI de Castilla y León.
Todavía en vida asoció a las labores del trono a su hijo primogénito, Pedro, habido de su primer matrimonio con una hija del conde de Urgel, Ermengol III el de Barbastro (1038-1066), de nombre seguramente Isabel, al concederle el gobierno de los condados de Sobrarbe y Ribagorza (1085) y, tras conquistar la ciudad junto a su padre, también el de Monzón (1090). Así mismo, Pedro acudió con Sancho Ramírez a las campañas que culminaron con la toma de la posición de El Castellar y en la campaña contra Huesca, donde consiguió cerrar el sitio al disponer sus ejércitos alrededor de sus murallas; durante el asedio, Sancho Ramírez cayó herido mortalmente por una flecha disparada por los defensores de la ciudad. Además de su primogénito y sucesor, Pedro I de Aragón y Pamplona, tuvo otros tres hijos nacidos de un segundo matrimonio contraído con Felicia de Roucy: el infante Fernando, muerto prematuramente, y los futuros reyes de Aragón Alfonso I el Batallador (1104-1134) y Ramiro II el Monje ( 1134-1137).
García V Ramírez el Restaurador
(?-Lorca, 1150) Rey de Navarra (1134-1150). Fue elegido rey por los magnates y obispos navarros a la muerte de Alfonso I de Aragón. Aliado con Alfonso I de Portugal, en 1137 se enfrentó a Alfonso VII de Castilla, a quien había prestado vasallaje. Posteriormente firmaron la paz (1139-1140) y juntos tomaron Almería (1147).
Sancho VI el Sabio
(Sancho VI de Navarra, llamado el Sabio; ? - 1194) Rey de Navarra (1150-1194). Hijo de García Ramírez, fue el primero que recibió el título de rey de Navarra. Su reinado se caracterizó por los enfrentamientos con Castilla y Aragón, por las importantes obras arquitectónicas que realizó y por la fundación de numerosos monasterios cistercienses.
Las dificultades iniciales obligaron a Sancho VI el Sabio a llevar a cabo reformas jurídicas y administrativas tendentes a mejorar la hacienda real; estas medidas aumentaron su popularidad y le permitieron enfrentarse a las consecuencias del Tratado de Tudellén (1151) y del Tratado de Carrión, ambos firmados por Castilla y Aragón para repartirse el reino de Navarra. En 1157 casó con Sancha de Castilla, hija de Alfonso VII de León. Por el Acuerdo de Soria, Castilla conservaría sus posesiones en Navarra.
Las relaciones con Aragón fueron difíciles en vida de Ramón Berenguer IV; a su muerte, Alfonso II de Aragón y Sancho VI de Navarra firmaron un acuerdo (1163) para repartirse las tierras conquistadas al rey Lobo de Murcia. En 1190 firmaron un nuevo acuerdo en Borja para protegerse mutuamente de las pretensiones expansivas de Castilla.
Alfonso X el Sabio
(Alfonso X de Castilla, llamado el Sabio; Toledo, 1221 - Sevilla, 1284) Rey de Castilla y de León (1252-1284). Era hijo primogénito de Fernando III el Santo, a quien sucedió en 1252. Ya como infante llevó a buen término importantes labores, como la conquista del Reino de Murcia (1241) o la paz con Jaime I de Aragón, que conllevó el matrimonio del mismo Alfonso X con Violante, hija del rey aragonés.
Alfonso X el Sabio impulsó la Reconquista tomando plazas como Jerez, Medina-Sidonia, Lebrija, Niebla y Cádiz (1262), y repobló Murcia y la Baja Andalucía. Hizo frente a una sublevación de los musulmanes de sus reinos, promovida por los reyes de Granada y Túnez (1264), e incluso continuó el avance frente al Islam pasando al norte de África, al enviar una expedición a Salé (1260). Otra parte de sus esfuerzos hubo de dedicarlos a reprimir rebeliones interiores, como la protagonizada por el infante Enrique y varios nobles (1255), la revuelta que se produjo en Vizcaya (1255) o la que encabezó el infante Felipe (1272).
Alfonso era hijo de Beatriz de Suabia, circunstancia que le hizo aspirar a la coronación imperial de Alemania, logrando la elección en 1257 con el apoyo de Sajonia, Brandeburgo, Bohemia y varias ciudades italianas. La oposición del papa hizo fracasar finalmente el empeño (en el que triunfó Rodolfo de Habsburgo), renunciando Alfonso en 1276. Este llamado «fecho del Imperio» fue muy impopular en Castilla, pues exigió dinero y hombres que, unidos a los gastos de la corte y a las continuas guerras, crearon dificultades financieras que obligaron a reducir la ley de la moneda y a crear nuevos impuestos.
Durante una de las ausencias del rey por el asunto del Imperio, los benimerines de Marruecos desembarcaron en Algeciras (1272); en la lucha contra aquella campaña murió el infante Fernando de la Cerda, primogénito de Alfonso y heredero del trono, antes de que su hermano Sancho consiguiera rechazar a los musulmanes. Posteriormente los benimerines derrotaron a una flota castellana en el estrecho de Gibraltar (1278), obligando a Alfonso a pactar una tregua.
Alfonso provocó con sus contradicciones un conflicto sucesorio: había promulgado las Partidas, según las cuales debía sucederle el hijo mayor del difunto Fernando de la Cerda; pero al morir éste prefirió declarar heredero en 1278 a su segundo hijo, Sancho IV, siguiendo la tradición castellana (quizá para evitar un enfrentamiento inmediato con éste). Un intento posterior de hacer al infante de la Cerda rey de Jaén provocó la rebeldía de Sancho, quien buscó apoyo en Aragón y Portugal (mientras que Francia apoyaba a los de la Cerda) y se hizo reconocer por unas Cortes reunidas en Valladolid, que depusieron a Alfonso (1282). Éste, confinado en Sevilla, buscó apoyo en el rey benimerín; pero murió antes de haberse enfrentado con Sancho. En su testamento desheredaba a Sancho y reconocía como sucesores a los infantes de la Cerda, dando así motivo para nuevas disensiones.
Obras de Alfonso X el Sabio
El reinado de Alfonso destacó sobre todo en el orden cultural. A Alfonso X el Sabio se le considera el fundador de la prosa castellana y, de hecho, puede datarse en su época la adopción del castellano como lengua oficial. Sus profundos conocimientos de astronomía, ciencias jurídicas e historia y su interés por las más diversas áreas del saber lo llevaron a impulsar la organización de tres grandes centros culturales que giraron alrededor de Toledo, Sevilla y Murcia.
En la primera ciudad quedó ubicada la famosa Escuela de Traductores de Toledo, la cual, junto a compiladores y autores originales repartidos por el resto, emprendió una ingente labor de recogida de toda clase de materiales para la elaboración de libros, que el propio rey corregía y supervisaba. Movido exclusivamente por un afán cultural, el rey hizo tabla rasa de las diferencias de raza o religión, por lo que reunió a judíos, musulmanes, castellanos e italianos, que colaboraron libremente y otorgaron al conjunto una proyección universal.
Las obras así producidas pueden encuadrarse en tres grandes apartados: obras jurídicas, obras científicas o de carácter recreativo y obras históricas. El propósito de las primeras fue contribuir a la labor unificadora iniciada por Fernando III el Santo. El Fuero real de Castilla (1254) preparó la redacción de la que sería su gran obra, el Código de las siete partidas (1256-1263 o 1265), donde se recoge lo mejor del derecho romano para unirlo a las más vivas tradiciones de Castilla. Este código, de larga influencia en el ordenamiento castellano y español, supuso la recepción del derecho romano en Castilla y su incorporación a la corriente europea del «derecho común».
Obras científicas o de carácter recreativo son los Libros del saber de astronomía con sus Tablas astronómicas o Tablas alfonsíes, integrados por tratados originales, refundiciones y traducciones que pretenden compilar todo el conocimiento astronómico de la época con el fin de promover su desarrollo. Asimismo cabe registrar el Lapidario (1276-1279), tratado en el que se describen quinientas piedras preciosas, metales y algunas sustancias, y los Libros de ajedrez, dados y tablas (1283). También se le atribuye la traducción de los cuentos de Calila y Dimna.
Entre las obras de carácter histórico figuran dos títulos fundamentales: la Crónica general y la Grande e general estoria, textos cuya ambiciosa empresa es contar, el primero de ellos, la historia de España desde un punto de vista unificador, en términos nacionales y políticos; el segundo, en cambio, se propone la relación de la historia universal.
Otra importante faceta de su actividad fue alentar la creación poética, así como escribir poesía en lengua gallega. Sus 453 composiciones, entre las que abundan las de "escarnio" vertidas en un lenguaje paródico o insolente que recurre a veces a la ironía mordaz, lo avalan como el primer lírico en dicha lengua. Sin embargo, es en su vertiente religiosa donde el rey alcanza sus mayores logros: las 420 canciones que componen las Cantigas de Santa María, dedicadas a enaltecer los milagros de la Virgen María, constituyen uno de los más preciados legados de musicalidad y variedad métricas.
Jaime I el Conquistador
(Montpellier, actual Francia, 1208 - Valencia, 1276) Rey de Aragón, conde de Barcelona y señor de Montpellier (1213-1276) y rey de Mallorca (1229-1276) y de Valencia (1239-1276).
Hijo del rey Pedro II de Aragón y de María de Montpellier, Jaime I el Conquistador se convirtió en soberano de la Corona de Aragón con tan sólo cinco años, al morir su padre en la batalla de Muret (1213), en la que Pedro II defendía a sus vasallos languedocianos frente a los cruzados de Simón de Montfort.
Tras una larga y turbulenta minoría de edad, durante la cual los regentes del joven monarca (sus tíos el conde Sancho I de Rosellón y el infante Fernando de Aragón, sucesivamente) tuvieron que sofocar las continuas rebeliones de la nobleza aragonesa, Jaime I asumió la dirección de sus Estados en 1225 e intentó sin éxito conquistar Peñíscola.
Dos años después, la paz de Alcalá rubricó el definitivo triunfo de la monarquía sobre los nobles de Aragón y proporcionó a Jaime I la estabilidad necesaria para permitirle iniciar sus campañas militares, dirigidas contra los musulmanes del levante peninsular. Ante el perjuicio que la competencia comercial y la piratería de los sarracenos de las Baleares ocasionaban a los mercaderes catalanes, Jaime I de Aragón emprendió en 1229 la conquista de Mallorca con la victoriosa batalla de Portopí.
Tras la toma de Ciudad de Mallorca (diciembre de 1229), se apoderó en pocos meses de casi toda la isla; sólo un pequeño núcleo de resistencia musulmana logró mantenerse en la sierra de Tramontana hasta 1232. Entretanto, el monarca estableció un protectorado sobre Menorca, rubricado por el tratado de Capdepera, por el cual los sarracenos menorquines aceptaron su soberanía (1231). Por último, cedió la sumisión de Ibiza a la alta aristocracia catalana, que la hizo efectiva en 1235.
Dominadas las Baleares, Jaime I de Aragón asumió en 1232 la dirección de la conquista de Valencia. Tanto en Mallorca como en Valencia, Jaime I decidió crear reinos autónomos, pero integrados en la Corona de Aragón. Los últimos años de vida de Jaime I fueron amargos, ya que, por una parte, asistió al fracaso de sus dos tentativas de realizar una cruzada en Tierra Santa (1269 y 1274), y, por otra, tuvo que hacer frente a la rebelión de su primogénito, el infante Pedro, y a los desórdenes feudales acaudillados por su hijo bastardo Fernando Sanchís de Castro.
Hombre culto e inteligente, Jaime I el Conquistador impulsó la expansión comercial catalana por el Mediterráneo, protegió a los judíos, organizó el Consell de Cent o gobierno municipal de Barcelona, promovió la redacción del Libro del Consulado de Mar (una compilación de derecho marítimo) y escribió o dictó él mismo una autobiografía conocida como Llibre dels feyts. A su muerte, acaecida en Valencia el 27 de julio de 1276, dividió sus reinos entre sus hijos Pedro III de Aragón, al que correspondieron Aragón, Cataluña y Valencia, y Jaime II de Mallorca, quien recibió las Baleares, el Rosellón y Montpellier.
INFORMACIÓN EXTRA
Los reinos cristianos en la Edad Media:
Los primeros núcleos de resistencia cristiana
Tras la rápida conquista musulmana de la mayor parte de la península, en las montañas del norte se comenzaron a organizar núcleos de resistencia cristianos. Hasta el siglo X, estos núcleos simplemente resisten u ocupan zonas despobladas como el norte de la cuenca del Duero. La hegemonía en ese período está en manos de Al-Andalus.El núcleo asturiano.En el 722, un noble visigodo, Pelayo, y los indígenas astures derrotan en Covadonga a un ejército expedicionario musulmán. A partir de ese momento comienza a organizarse el reino de Asturias.Alfonso I (739-757) asume la herencia visigoda. Establece el "Fuero Juzgo" y otros elementos políticos. La emigración hacia el norte de población visigodo-hispanorromana refuerza esta continuidad.Alfonso II (791-842) establece la capital en Oviedo. Durante su reinado se descubre la tumba del Santiago, origen de la gran peregrinación.Alfonso III (866-910) lleva la frontera hasta la línea del río Duero, ocupando la cuenca norte ("tierra de nadie"). Se escriben varias crónicas que refuerzan la idea de la continuidad del reino astur-leonés y el reino visigodo. A su muerte se traslada la capital a León.El núcleo navarro.La zona pirenaica occidental se hallaba entre el estado franco y Al-Andalus. Tras diversos acontecimientos (Batalla de Roncesvalles contra los francos en el 778) se impuso en el que se denominó reino de Pamplona la dinastía Íñiga.El núcleo navarro llegó a su apogeo con Sancho III el Mayor. Rey de Navarra entre los años 1000-1035, extendió su poder a Aragón y Castilla. Fue el monarca más poderoso de los reinos cristianos de la Península Ibérica en el s. XI.
El núcleo aragonés.Zonas de débil poblamiento en el pirineo central. Bajo la influencia primero de los carolingios, después de los navarros. Escasos avances en la reconquista ante el potente núcleo musulmán en torno al valle del Ebro.El núcleo catalán.En la zona del norte de la actual Cataluña, el reino franco carolingio estableció laMarca Hispánica. Organizado en condados, pronto el Condado de Barcelona predominó sobre los demás. Vifredo el Velloso reconquistó algunos territorios e inició un proceso de independencia respecto al debilitado reino franco. Ya en el siglo X, los sucesores de Vifredo el Velloso dejaron de prestar el homenaje feudal debido al monarca francés. El condado de Barcelona pasó a ser un ente político independiente
Información sacada de http://www.historiasiglo20.org
LOS REINOS CRISTIANOS
0. Introdución
La Edad Media se caracteriza por un proceso de fragmentación política y laaparición del vasallaje. Muchos expertos en el tema indican que el proceso sufrido en la Península Ibérica en este tiempo no cumple estas dos características, por lo que no podemos hablar de una Edad Media en sentido estricto en el territorio ibérico.
La Península Ibérica durante este período será el campo de batalla de dos grandes áreas culturales: el mundo islámico y la zona cristiana. Ambas zonas intentarán demostrar el poderío y esplendor a su contraparte. La convivencia entre ambas se prolongará durante siglos, existirán períodos de tensión y paz, existiendo simepre intercambios comerciales y culturales entre ambos territorios.
A este período se le reconoce como Reconquista, un término que abarca desde el alzamiento del primer núcleo de resistencia en la batalla de Covadonga en el 722 aproximadamente hasta la capitulación de la ciudad de Granada en 1492. Estamos pues hablando de casi 800 años de historia, por lo tanto de un proceso heterogéneo y con grandes cambios tanto políticos, sociales, económicos y culturales.
Te dejo un eje cronológico para que te puedas hacer una idea de lo que vamos a tratar en este tema.
En el año 711 se produjo la invasión de la Península Ibérica por parte de los musulmanes. Apoyados por la facción visigoda enfrentada a Don Rodrigo, los musulmanes entraron por Gibraltar y se enfrentaron al rey en la Batalla de Guadalete. Tras la derrota del rey visigodo, la conquista del territorio ibérico por parte de los musulmanes fue un paseo, como lo demuestran las pocas batallas que tuvieron que enfrentar y la rapidez de su expansión por la Península.
Estudiaremos la evolución de los reinos cristianos en diferentes fases:
- El origen de los reinos cristianos se encuentra en los núcleos de resistencia al poder islámico.
- Más tarde se abre un largo período de consolidación de los mismo.
- El debilitamiento del califato de Córdoba permitirá una expansión de los reinos cristianos.
- La invasión de los poderes norteafricanos.
- El reino Nazarí de Granada.
1.1. Núcleos de resistencia cristiana
Las únicas zonas que no cayeron bajo el dominio musulmán en la Península fueron las áreas cantábricas y pirenáicas. Los nuevos reinos cristianos se formaron entre los s. VIII y IX en las montañas del norte. Estos núcleos, durante el período señalado, simplemente resiste u ocupan zonas despobladas. En ese período la hegemonía está en manos de Al-Ándalus.
El núcleo asturiano.
El reinado astur-leonés surgió en la primera mitad del siglo VIII. En el 722, un noble visigodo, Pelayo, y los indígenas astures derrotan en la batalla de Covadonga a un ejército expedicionario musulmán. A partir de ese momento comienza a organizar el reino de Asturias.
Los reyes asturianos fueron ampliando sus tierras y reforzando por la inmigración de gentes procedentes del valle del Duero:
- Alfonso I (739-757) asume la herencia visigoda. Establece el “Fuero Juzgo” y otros elementos políticos. La emigración hacia el norte de población visigodo-hispanorromana refuerza esta continuidad.
- Alfonso II (791-842) establece la capital en Oviedo. Durante su reinado se descubre la tumba del Santiago, origen de la gran peregrinación.
- Alfonso III (866-910) lleva la frontera hasta la línea del río Duero, ocupando la cuenca norte (“tierra de nadie”). Se escriben varias crónicas que refuerzan la idea de la continuidad del reino astur-leonés y el reino visigodo. A su muerte se traslada la capital a León.
La región pirenaica formó parte del imperio carolingio. Allí, Carlomagno fundó la Marca Hispánica, un territorio dividido en condados, cuya misión era proteger su imperio del avance musulmán. En el siglo IX estas regiones se independizaron. Se formaron tres núcleos: Navarra, Aragón y los condados catalanes.
La zona pirenaica occidental se hallaba entre el estado franco y Al-Andalus. Tras diversos acontecimientos (Batalla de Roncesvalles contra los francos en el 778) se impuso en el que se denominó reino de Pamplona la dinastía Íñiga.
El núcleo navarro llegó a su apogeo con Sancho III el Mayor. Rey de Navarra entre los años 1000-1035, extendió su poder a Aragón y Castilla. Fue el monarca más poderoso de los reinos cristianos de la Península Ibérica en el s. XI. Después de este momento de auge, el reino de Navarra quedó sin posibilidad de extensión hacia el sur por no tener frontera con los musulmanes y estar encajonado entre Castilla y Aragón.
El núcleo aragonés.
En el año 922, Aragón quedó bajo el dominio de los monarcas navarros, de los que se independizaron a la muerte de Sancho III. Zonas de débil poblamiento en el Pirineo Central. Estuvo bajo la influencia primero de los carolingios y después de los navarros. Apenas produjo avances en la Reconquista ante el potente núcleo musulmán en torno al valle del Ebro. Su máxima expansión se produjo con Alfonso I “el Batallador” en el siglo XII.
El núcleo catalán.
En la zona del norte de la actual Cataluña, el reino franco carolingio estableció la Marca Hispánica. Organizado en condados, pronto el Condado de Barcelona predominó sobre los demás. Vifredo el Velloso reconquistó algunos territorios e inició un proceso de independencia respecto al debilitado reino franco. Ya en el siglo X, los sucesores de Vifredo el Velloso dejaron de prestar el homenaje feudal debido al monarca francés. El condado de Barcelona pasó a ser un ente político independiente.
1.2. Consolidación de los reinos cristianos
A esta expansión de los reinos cristianos se la ha denominado Reconquista. La reconquista abarca desde la batalla de Covadonga hasta la rendición de la ciudad de Granada. Actualmente el término es muy discutible. Pese a los esfuerzos de algunos de los reinos cristianos por presentarse como “sucesores” de los visiogodos, los reinos que “reconquistaron” la península nacieron con posterioridad a la invasión islámica. Además el avance de los reinos cristianos en la península ibérica fue un proceso lento, discontinuo y complejo en el que se alternaron períodos de expansión con otros de estabilización de fronteras. La expansión conquistadora estuvo salpicada de continuos conflictos y cambiantes pactos entre reinos cristianos, negociaciones y acuerdos con poderes regionales musulmanes. Durante los siglos IX y X los reinos cristianos avanzaron por el sur hasta el valle del río Duero.
Esta zona no interesó a los musulmanes. De hecho, el avance cristiano no fue militar, sino que se basó en la colonización de la tierra. En esta fase ocurren dos sucesos elementales para entender el posterior desarrollo de los acontencimientos en la Península Ibérica:
- La batalla de Simáncas: mediante la cual se consolido el territorio conquistado.
- La creación del reino de Castilla: Castilla era la frontera oriental del reino de León, era una zona muy poco poblada y muy expuesta a los ataques musulmanes. Para protegerse, sus habitantes levantaron una línea defensiva de castillos (de ahí su nombre). La región, por estar tan expuesta a los continuos ataques pasó a ser gobernada por condes que dependían del rey de León (contrato de vasallaje). La progresiva decadencia leonesa desde finales del siglo X aumentó el poder y la influencia de los condes de Castilla y de los reyes de Navarra. En 1035 y bajo el mando de Fernán González, Castilla se convirtió en un reino propio. A la muerte del rey leonés, Fernán González aprovechó para convertir su titulo en hereditario.
1.3. Expansión de los reinos cristianos
Durante los siglos XI hasta el XIII se reanuda la expansión de los reinos cristianos. Esta expasión se debe a una serie de factores:
- Proceso de debilitamiento del Califato de Córdoba que conllevará la fragmentación del territorio islámico en reinos taifas. Esta división en multitud de poderes y el posterior enfrentamiento entre taifas se traducirá en poca capacidad de respuesta militar.
- Crecimiento demográfico de los reinos cristianos gracias a los modelos de repoblación que atraerán a multitud de personas hacia los nuevos territorios
- Crecimiento económico. Los reinos cristianos impondrán a las taifa un sistema de pago, llamado parias, a cambio de la paz. Las parias impedían la expansión territorial de los estados cristianos, pues se veían obligados a no atacar a sus enemigos, pero el oro recaudado permitía rearmar a los ejércitos, fortalecía la autoridad de los reyes cristianos frente a la nobleza y sumían en la pobreza a los reinos musulmanes.
- Espíritu de cruzada, se extendió por Europa y se entendía como un deber del buen cristiano el combatir al Islam.
En esta fase de expansión los reinos cristianos fijan una nueva línea en el río Tajo. Se asegura así la región situada al norte del Sistema Central. En 1085 Alfonso VI de Castilla conquista la ciudad de Toledo. Además de ser la antigua capital visigoda, Toledo poseía un valor simbólico y un incalculable valor estratégido. Por otra parte la taifa de Valencia era conquistada por el Cid, vasallo de Alfonso VI.
Surge también el reino de Portugal. El embrión es el Condado de Portucale, conquistado y repoblado por Vimara Pérez, vasallo del rey de Asturias durante el siglo IX. El control de este condado por la casa de Vimara y su relativa independencia perdurará hasta el año 1071 después pasará al momentáneamente del Reino de Galicia. El paso definitivo del reino de Portugal como entidad independiente está ligado a la labor militar y política del rey de León y Castilla Alfonso VI .
1.4. Los imperios norteafricanos
El poder militar de los reinos cristiano amezababa la supervivencia de los reinos taifas. Los principales reyes de los reinos taifas se vieron obligados a pedir ayudas a nuevos imperios surgidos en el seno islámico. Ambos fracasaron y tras cada fracaso se volvía de nuevo al reino fragmentario de las taifas.
1.4.1. Almorávides
Las conquista de Toledo y Valencia puso sobre aviso a los reyes de las taifas. Estos solicitaron la ayuda de un nuevo poder que surgido de grupos nómadas provenietnes del Sáhara que habían conseiguido unificar grandes extensiones en el occidente del mundo musulmán: los almorávides.
La entrada de los almorávides no fue tal y como estaba prevista. Esto supuso que desde el inicio los almorávides tuvieron enemigos hasta en las filas de los propios musulmanes. Pero consiguieron un objetivo, detener el avance de los reinos cristianos en la batalla de Sagrajas. El poder almorávide anexiónó muchas taifas y conquistó Zaragoza, poniendo en verdadero peligro las conquistas cristianas
Pero el imperio entró rápidamente en decadnecia. La caída se funda en dos elementos principales.
- Enemigo externo: Alfonso I de Aragón conquistó Zaragoza, Tudela y Calatayud. Los intentos de frenar al rey de Aragón fueron infructuosos
- Enemigo interno: creciente descontento de la población andalusí, quien harta del dominio almorávide se reveló en Córdoba y obligó al gobernador a huir de la multitud
1.4.2. Los Almohades
Los Almohades surgieron en el actual Marruecos en el siglo XII, como reacción al relax religioso de los Almorávides. De origen bereber, conquistaron el norte de África, dominando las plazas más importantes. Al llegar a la Península Ibérica, los almohades, de estrictas costumbres religiosas, observaban a sus hermanos musulmanes de la Península Ibérica como degenerados morales. Por eso, cuando iniciaron su yihab, lo hicieron en contra de los reyes cristianos y de las taifas musulmanes. Consiguieron ambos objetivos, anexionaron bastantes taifas a su imperio y pararon el avance cristiano en la batalla de Alarcos
A pesar de los esfuerzos de los gobernantes, la dinastía almohade tuvo problemas desde un principio para dominar todo el territorio de Al-Ándalus, en especial Granada y Levante, donde resistió durante muchos años el famoso Rey Lobo, con apoyo cristiano. Por otro lado, algunas de sus posturas más radicales fueron mal recibidas por la población musulmana de España, ajena a muchas tradiciones bereberes. A principios del siglo XIII había conseguido alcanzar su máxima expansión territorial con la sumisión del actual territorio tunecino y la conquista de las Baleares.
Poco después, la victoria cristiana en la batalla de Las Navas de Tolosa (1212) marca el comienzo del fin de la dinastía almohade, no sólo por el resultado del encuentro en sí mismo, sino por la muerte del califa al-Násir y las luchas sucesorias que se produjeron y que hundieron el califato en el caos político.
1.5. Reino Nazarí de Granada
Tras el interludio almohade, la reconquista continuó su ritmo:
- Jaime I el conquistador, rey de Aragón, se lanzo a la reconquista de territorios como las Baleares. Valencia también se conquistó abriendo el levante a las tropas levantinas.
- Fernando III de Castilla fue el artífice de la conquista del valle del Guadalquivir, es decir, Córdoba y Sevilla.
- Portugal finalizó la reconquista de la zona oesta con la conquista del Algarve.
La ruta hasta Granada estaba despejada. El reino de Granada, acosado por los cristianos, pedirá ayuda al nuevo poder musulmán: los Benimeries. Estos se enfrentarán en la batalla del Salado al rey cristiano Alfonso XI, quien vencerá y expulsará a este poder de la Península Ibérica. Granada está sola y aislada. Pero hasta el 1492 no se conquistará a manos de los Reyes Católicos. Este largo proceso tendrá que ver con las disputas internas en los reinos cristianos y el pago de parias, como sistema de financiación.
Con la conquista de Granada termina la dominación islámica de la Península Ibérica y concluirá el proceso llamado la Reconquista .Será Boabdil, quien tras una lucha fraticida, obtenga el poder del Reino y capitule frente a los Reyes Católicos.
2. Repoblación
A medida que progresaba el avance de los reinos cristianos crecia la necesidad de habitar las tierras conquistadas. La gestión de estas nuevas tierras era bastante complicada al hallarse cerca de la frontera con el imperio islámico, por lo que el peligro de invasión o de incursión, guerra y destrucción era muy alto. Para atraer a la población hacia estos enclaves fue necesario crear un sistema de privilegios:
- Presura: ocupación y cultivo de las teirras por pequeños campesinos de manera espontánea
- Repoblación ofical: el monarca cede tierras al campesinado
- Sistema concejil: el apoyo del monarca se manifiesta mediante la concesión de privilegios
- Órdenes militares: la colaboración de estas instituciones en la Reconquista se premia con la donación por parte del monarca de grandes latifundios.
- Repartimento: reparto de casas y tierras entre los participantes de la Reconquista.
3. Organización política
El proceso de la Reconquista es un hecho histórico que duró alrededor de 800 años. Como puedes imaginar en este período de tiempo tan extenso las variaciones políticas en los distintos reinos han sido tantas que es imposible de explicarlas de una forma lineal. Para evitar equivocos vamos a estudiar la organización política de dos reinos: Castilla y Aragon. Históricamente estos reinos fueron los más potentes y activos en la Reconquista y durante mucho tiempo consiguieron mantener una identidad propia.
3.1. Organización política en el reino de Castilla
El gobierno en el reino de Castilla se basaba en tres instituciones:
- Monarquía: a diferencia de otros reinos los reyes castellanos consiquieron mantener el poder. Los señores feudales, es decir, los nobles, se enfrentaron a la monarquía en numerosas ocasiones. Su intención era reducir el poder de la monarquía para aumentar el suyo propio. Pese a su empeño no llegaron a conseguirlo.
- Cortes: fue un órgano de cáracter consultivo. Aconsejaban al rey, pero no podían hacer leyes. Tampoco participaban en las tareas de gobierno. Entre sus funciones se encontraban: presentar quejas, conceder impuestos y subsidios, hacer preticiones y aprobar leyes.
- Municipios: poseían cierta autonomía y jurisdicción propia. Los municipios habían conseguido estos privilegios durante la repoblación de las tierras cristianas. Es sistema de gobierno dentro de los municipios eran las reuniones abiertas a toda la población, que recibían el nombre de concejos, con el tiempo, fueron sustituidos por una representación de la ciudad, o cabildos, dominados por los nobles, el clero y la alta burguesía.
3.2. Organización política en el reino de Aragón
El gobierno en el reino de Aragón se basaba en tres instituciones:
- Monarquía: cada uno de los reinos que formaban la Corona de Aragón (Cataluña, Valencia y Aragón) tenían sus propias leyes, instituciones y constumbres. Sin embargo, eran gobernados por un mismo rey. La monarquía era pactista, es decir, las decisiones políticas debían contar con el sonsentimiento de los estamentos representados en las Cortes.
- Cortes: en ellas estaban representada la nobleza, los burgueses de las ciudades y los eclesiásticos. Las cortes actuaban como tribunal de justicia, acompañando y dando consejo al rey. Las cortes en el reino de Aragón poseían funciones gubernamentales, el rey debía contar con las cortes para aprobar leyes, crear o modificar los impuestos, etc. A partir del s. XIV se creó una delegación permanente de las Cortes que recibió el nombre de Generalitat.
- Municipios: el desarrollo de las ciudades y del comercio dio un mayor poder a la nueva clase social: la burguesía. En algunas ciudades como Barcelona, el poderestaba única y exclusivamente en manos de la alta burguesía.
4. Economía
La economía de los reinos cristianos tenían una carácter singular que, además, fue modificándose a lo largo del tiempo. Sin embargo, por regla general, podemos observar que poseían un gran carácter rural de autoabastecimientos, aunque en lasciudades se desarrollasen la artesanía y el comercio. Entre los principales reinos existían diferencias económicas notables, lo que requiere un tratamiento especial
4.1. Economía en el reino de Castilla
La economía del reino de Castilla se asentaba en cuatro actividades fundamentales:
- Agricultura: se basaba en los cereales (trigo, cebada) y algunos productos destinados a la exportación como la vid y el olivo, de los que se obtenia vino y aceite respectivamente.
- Ganadería: era la actividad principal. La principal ventaja de la ganadería era la posibilidad de trasladar a los animales en caso de ataque musulmán y no perder el negocio, cosa imposible con los campos de trigo o cebada. La ganadería era ovina, la especie que predominaba era la oveja merina ya que producíaabundante lana de calidad, destinada a la exportación. Las grandes cabañas ganaderas pertenecía a la nobleza castella. Para dejender los intereses de esta actividad se creó en 1237 el Honrado Concejo de la Mesta, una aosciación encargada de regular la trashumancia de las ovejas que transitaban por las cañadas.
- Comercio: la mayor parte de la lana que se producía en Castilla se destinaba a la exportación, sobre todo a hacia los Países Bajos (Brujas), donde se hilaba, tejía y confeccionaba. El comercio de la lana se concentraba en Burgos y desde allí se dirigía a los pueros del mar Cantábrico para dirigirse por vía marítima a su destino. Los marineros vascos y cántabros realizaban el transporte. Se creó una Hermandad de Marineros de Castilla en el s. XIII para defenderse de la competencia de los ingleses y franceses.
- Artesanía: La artesanía también se desarrolló en Castilla, de esta manera se desarrollaron ferias donde se intercambiaban productos del campo y productos manufacturados, como las ferias de Medina del Campo.
4.2. Economía en el reino de Aragón
Las principales actividades en el reino de Aragón fueron las siguientes:
- Agricultura: el foco principal se localizaba en Valencia cuya huerta, agricultura de regadío, fue muy próspera.
- Ganadería: en tierras aragonesas la ganadería ovina tenía un importante papel, aunque nunca alcanzó el desarrollo de Castilla.
- Comercio: fue la actividad principal de la corona de Aragón. Desarrolló un comercio muy floreciente a través del Mediterráneo. Las rutas más frecuentadas se dirifían a Cerdeña y Sicilia, y desde allí hasta Grecia y el norte de África. Los barcos salían cargados de tejidos, aceites, instrumentso y armas de hierro y traían especia, tejidos de seda, azucar y trigo. Para defender los intereses de los comerciantes se crearon en los principales puertos de Europa los Consulados de Mar, donde un miembro actuaba como representante de la corona de Aragón ante las autoridades del país y resolvia los litigios y problemas.
- Artesanía: en muchas ciudades se desarrollaron actividades artesanales, por ejemplo en Valencia, Barcelona, donde se desarrolló la industria textil, metalurgia, construcción naval, etc. La artesanía creció gracias al gran desarrollo comercial.
5. La sociedad
Los reinos cristianos peninsulares eran sociedades estamentales, donde se diferenciaban los grupos privilegiados y los grupos no privilegiados. Los estamentos privilegiados eran la nobleza y el clero, que gozaban de privilegios, como no pagar impuestos. Además, poseían señoríos territoriales, recibidos como pago por sus sevicios en la Reconquista y desempeñaban cargos en la administración. El campesinado era el grupo más numeroso del estamento no privilegiado. En las ciudades, los propietarios de talleres, pequeños comerciantes y los asalariados también pertenecían al estamento no privilegiado
5.1. La sociedad castellana
La población castellana era poco numerosa y muy desigualmente repartida. A pesar del desarrollo urbano, la mayor parte de la población vivía en el campo y dependian de los señores feudales. en la sociedad castellana convivían cristianos, judíos y musulmanes. Las minorías judias y musulmanas vivián en barrios propios, demoninados jude´rias y morerías, bajo la autoridad de una magistrado de su propia religión.
La nobleza tuvo gran poder en Castilla logrando en numerosas ocasiones imponer su criterio al rey. Al pertenercer los grandes rebanos de ovejas a los nobles castellanos no se desarrolló una importante burguesía como en otros lugares europeos
5.2. La sociedad aragonesa
En la corona de Aragón, la prosperidad comercial favoreció el desarrollo de una importante burguesía (mercaderes y artesanos) que acumuló riquezas y poder y frenó la importancia de la nobleza.
Información sacada de argaraleman.wordpress.com
COVADONGA, INICIO DE LA RECONQUISTA
En el año 714 -sólo tres años después de la Batalla de Guadalete- los árabes invasores ocuparon Gijón, culminando así en la costa asturiana su dominio de la Península Ibérica. El gobernador de la región asturiana, Otman ben Neza –Munuza para los godos- se esforzaba por entenderse con los notables locales y mantener así apaciguada a una población abrumadoramente superior en número a la musulmana.
Hacia el año 717 Munuza, para atraerse la simpatía de los godos, envió a Sevilla a un grupo de notables (godos) entre los que se encontraba Don Pelayo, que llevaba consigo los tributos recaudados. Se cree que Pelayo era hijo de Favila, el duque visigodo encargado de Asturias. A la muerte de Favila, al parecer, por orden del rey visigodo Witiza, Pelayo se hizo cargo de las propiedades y los vasallos de su padre. La importancia de la familia de Pelayo pudo influir para que Munuza deseara casarse con Ermesinda, hermana de Pelayo, y consolidar, de este modo, su dominio sobre el territorio.
A la vuelta de Sevilla, Pelayo se encontró con que se iba a celebrar la boda y, a pesar de las ventajas que le podría reportar este parentesco, reaccionó violentamente. Al parecer, Pelayo había previsto que Ermesinda se casara con un noble godo, Don Alonso. (Hay coincidencia de opiniones en que la tensión suscitada acabó con la huida de Don Pelayo a sus dominios desde donde comenzaría a liderar la resistencia contra los musulmanes).
Durante los años posteriores, Pelayo acrecentó sus fuerzas y sus ataques a los musulmanes. En el año 722 Munuza ordenó al general Al Qama la marcha en busca de los rebeldes godos situados en la zona de Cangas de Onís. Según los árabes se acercaban, Pelayo y los suyos se fueron retirando hasta las inmediaciones del monte donde nace el río Auseva.
El cerco del ejército musulmán se hizo más fuerte, empujando a Pelayo y sus hombres a refugiarse en una cueva llamada Covadonga (cuyo significado es “Fuente de la cueva” ) donde les resultaba más factible una defensa continuada. Se cuenta que en su retirada llevaban consigo una imagen de la Virgen para evitar que cayera en manos de los árabes o porque confiaran en que les protegiera durante tan difícil trance. El sitio debió de durar algún tiempo, pues las crónicas musulmanas detallan que los godos se alimentaron de la miel dejada por las abejas en las hendiduras de las rocas, explicación poco verosímil pero ilustrativa de que la situación de los sitiados los moros la entendieron como desesperada.
Sin embargo, para los bereberes debería de resultar muy difícil entrar en una cueva localizada en un lugar tan inaccesible y defendida por guerreros que luchaban por sus vidas. Los musulmanes se situaron encima y debajo de la cueva, dedicándose a lanzar multitud de piedras y flechas contra los defensores pero muchas de ellas acabaron cayéndoles a los sitiadores que estaban situados debajo, causándoles algunos muertos. Los sitiados interpretaron lo ocurrido como un verdadero milagro y recobraron el ánimo suficiente para atacar a los musulmanes situados debajo, desbaratándolos. A la vez, muchos godos que no habían podido refugiarse con Pelayo dentro de la gruta, y que esperaban en la parte alta del monte, salieron de sus escondrijos y atacaron a los musulmanes situados encima.
Sorprendidos por estos inesperados ataques, los moros emprendieron la huida, muriendo muchos de ellos. Munuza, enterado del desastre de su ejército, abandonó Gijón tratando de huir hacia el sur, a través del puerto de la Mesa. El caudillo árabe fue interceptado, derrotado y muerto en Olalíes -actual concejo de Santo Adriano.
Estas victorias confirieron a Don Pelayo un gran prestigio que le permitió, además, aglutinar la autoridad de un gran número de partidarios y establecer una primera estructura de gobierno en Cangas de Onís, donde finalmente morirá en el año 737. Los restos de Pelayo fueron sepultados, primeramente, en la iglesia de Santa Eulalia, en Abamia (concejo de Cangas de Onís), para luego ser trasladados, junto con los de su esposa y los de su hermana Ermesinda, a un túmulo de piedra localizado dentro de una cavidad horadada en la Santa Cueva de Covadonga.
El rey Alfonso I de Asturias, yerno de Don Pelayo, construyó más tarde, una capilla para conmemorar aquella victoria y disponer de un lugar donde adorar la imagen de la virgen, La Santina de los asturianos.
Desgraciadamente, en el año 1777 se produjo un incendio que destruyó parte del templo y que calcinó la imagen de la virgen protectora de los godos en aquella Batalla de Covadonga. Al año siguiente, el obispo de Oviedo regaló una imagen propiedad de su catedral, para que sustituyera en Covadonga a la imagen original de la Santina. De esta forma – más o menos – se produjo el inicio de la Reconquista.
Texto de Ignacio Suárez-Zuloaga e ilustraciones de Ximena Maier
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