sábado, 4 de junio de 2016

1º BACHILLERATO- LA GUERRA FRÍA: UN MUNDO BIPOLAR

Nuevo tema que llega tras la II Guerra Mundial. Este conflicto dejó muchas secuelas....como por ejemplo un mundo dividido en 2 bloques, en 2 ideologías, en 2 sistemas económicos antagónicos que vivieron uno contra el otro durante muchos años.

ESQUEMAS
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El inicio de toda la ruptura de los aliados de la IIGM fue la conferencia de Yalta. Para recordar los acuerdos de esa conferencia PINCHA AQUÍ.

Churchill, Roosevelt y Stalin en Yalta

EL PLAN MARSHALL
El Plan Marshall, nombre popular del European Recovery Program (ERP), fue un plan de los Estados Unidos para la reconstrucción de los países europeos después de la Segunda Guerra Mundial. La iniciativa recibió el nombre del Secretario de estado de Estados UnidosGeorge Marshall y fue diseñado principalmente por el Departamento de Estado.

EL PLAN MARSHALLDespués de la segunda guerra mundial, Estados Unidos se vió en la necesidad de implementar un sistema de ayuda para la reconstrucción de Europa Occidental. Este plan conocido como “Plan Marshall”, era el nombre popular del “European Recovery Program” (ERP) y fue conocido así porque fue diseñado principalmente por el Secretario de Estado de Estados Unidos, el general George Marshall. La clase dirigente de Estados Unidos y su presidente, Harry Truman, comenzaron a preocuparse por la pérdida de liderazgo en Europa. Las tensiones con los soviéticos era cada vez mayor, y estos últimos habían comenzado a influir en la política de casi toda Europa.
Estados Unidos, no podía esperar más para comenzar a socorrer económicamente a Europa. Y dos hechos político-militares ayudaron a decidirse a los norteamericanos. El primero, era el debilitamiento británico en el Mediterráneo, el Golfo Pérsico, el océano Indico y hasta en el pacífico. Además, el Reino Unido ya no podía seguir asistiendo a griegos, turcos e iraníes frente al ataque de los soviéticos. Cada vez, los ingleses tenían menos recursos para mantener sus numerosas bases en el Mediterráneo (Malta, Gibraltar, Chipre, Libia y el canal de Suez). Lo mismo sucedía en el Mar Rojo, en la India y en China donde los avances de los ejércitos de Mao parecían incontenibles, a pesar de que había reconquistado Hong-Kong en 1947.
El segundo problema, provenía de la constante expansión de la Unión Soviética en Europa Occidental. Italia contaba con un partido comunista fuerte y poderoso, y los mismo pasaba en Francia. Hasta los gobiernos de coalición que gobernaban en Francia y en Italia, habían tenido que acceder a incorporar en distintos ministerios a miembros del partido comunista.
Al mismo tiempo, en que Truman anticipaba su doctrina, el general Marshall, reunido con su colegas occidentales les advertía que, de no mediar una ayuda económica-financiera, toda Europa Occidental caería en manos de la dominación soviética. Finalmente, en 1947, el presidente Truman anunció el envío de la ayuda con la coordinación de George Marshall.
logo del plan marshall Dos motivos esenciales llevaron a los estadounidenses a tomar esa medida: Primero, evitar que su propia economía cayera en un bache, que detuviera el crecimiento económico que había provocado la industria bélica durante la segunda guerra. Además, de esta forma se impediría la caída de la demanda, y la posible baja de la actividad industrial y laboral. Y a su vez, colocar las grandes sumas de capital en créditos para recuperar a Europa.
El segundo, era evitar la expansión soviética sobre todo el continente europeo, lo cual hubiera hecho perder el “equilibrio” de la región.
Truman, firmó el programa en 1948 y casi simultáneamente se constituyó en Paris la Organización Europea de Cooperación Económica (OECE), para coordinar la distribución de la ayuda. Así, siete mil millones de dólares en forma de manufacturas y créditos, comenzaron a invadir Europa. Salvo, España y Finlandia, que quedaron excluidas de la ayuda por sus regímenes políticos neofascistas y porque durante la guerra habían colaborado con el nazismo.
El Plan Marshall
Yo no tengo necesidad de recordarles, señores, que la situación mundial es muy seria (…)• Una de las dificultades consiste en que el problema es de una tal complejidad que el conjunto de los hechos presentados al público por la prensa y la radio hace extremadamente difícil, para el hombre de la calles, apreciar claramente la situación. Además, las gentes de este país están dejadas de las zonas angustiadas del globo, siendo conveniente para ellos comprender la situación y las reacciones de los pueblos que sufren, y las consecuencias de estas reacciones sobre sus Gobiernos, en relación con nuestros esfuerzos para promover la paz en el mundo.
Considerando las necesidades para una puesta en orden de Europa, las pérdidas de vidas humanas, las visibles destrucciones de ciudades, fábricas, minas, ferrocarriles, han sido correctamente estimadas; pero ha llegado a ser evidente durante el transcurso de los últimos meses que esta destrucción aparente es probablemente menos seria que la dislocación de toda la estructura económica europea (…). Los tradicionales lazos comerciales, las instituciones privadas, los bancos, las compañías de seguros y marítimas han desaparecido, por falta de capitales, absorbidos como consecuencia de nacionalizaciones, o por simple desaparición. En gran número de países, la confianza en la moneda nacional ha sido rota (…). La reconstrucción ha sido seriamente retardada por el hecho de que dos años después del fin de las hostilidades un tratado de paz no ha podido ser establecido con Alemania y con Austria.
La verdad es que las necesidades de Europa en productos alimenticios y otros productos esenciales —principalmente de América— en el curso de los tres o cuatro años próximos excederán en este punto su capacidad de pago, teniendo necesidad de una ayuda suplementaria importante, si se quiere evitar que tenga graves problemas económicos, sociales y políticos.
Además de los efectos desmoralizadores sobre el mundo en general y de los peligros de desórdenes resultantes de la desaparición de los pueblos en cuestión, las consecuencias sobre la economía americana están claras para todos. Es lógico que los Estados Unidos hagan todo lo posible para favorecer la vuelta del mundo a una salud económica normal, sin la cual no puede haber ni estabilidad política ni paz asegurada. Nuestra política no está dirigida contra ningún país ni doctrina, sino contra el hambre, la pobreza, la desesperación y el caos (…). Toda asistencia por parte de nuestro Gobierno debe ser, no un paliativo, sino un remedio. Todo Gobierno que consienta en colaborar con nosotros en la tarea de reconstrucción encontrará, estoy seguro, una cooperación completa por parte del Gobierno americano. Todo Gobierno que maniobre para detener la reconstrucción de otros países no puede esperar ayuda de nuestra parte. Además, los Gobiernos, partidos políticos o grupos que intentan perpetuar la miseria humana para su provecho político o de otra clase, encontrarán la oposición de Estados Unidos.
(…) No sería ni conveniente ni eficaz el poner en aplicación unilateralmente por nuestra parte un programa destinado a restablecer a Europa sobre sus bases, económicamente. Esto es asunto de los europeos. La iniciativa, en mi opinión, debe venir de Europa. El papel de nuestro país deberá consistir en ayudar a los europeos a elaborar tal programa, y seguidamente a aplicarlo, en la medida en que nosotros podamos hacerlo. El programa deberá ser aceptado por la mayoría, si no la totalidad de las naciones europeas (…).
George Marshall,
Secretario de Estado de los Estados Unidos, Universidad de Harvard, 5 de junio de 1947.
PARA SABER MAS…
El plan Marshall

En 1947, el secretario de Estado norteamericano George C. Marshall, un antiguo militar profesional, regresaba de una inefectiva conferencia sobre indemnizaciones celebrada en Moscú, convencido de que las economías europeas se encontraban en un estado lamentable y que la Unión Soviética deseaba exacerbar esta situación. Sólo Estados Unidos se encontraba en posición de emprender las medidas económicas necesarias para una recuperación europea.
En junio de 1947, Marshall anunció su Programa de Recuperación Europea, que debía ser administrado por un Comité Internacional para la Cooperación Económica Europea en París. El programa fue recibido con alivio y entusiasmo por parte de los ministros de Asuntos Exteriores de los Estados europeos no comunistas, aunque la Unión Soviética declinó la invitación e insistió en que ningún otro país comunista tornase parte en el programa.
El PRE se inició en 1948 y finalizó en 1952. Durante este período, las naciones europeas dispusieron de más de 13.000 millones de dólares, en gran parte en forma de alimentos, materias primas y equipo. Si bien a la hora de iniciar el PRE Estados Unidos estaba tan preocupado por evitar la proliferación del comunismo, como por ayudar a la recuperación europea, esta motivación no se reflejó claramente en la distribución de la ayuda. Irlanda, un país neutral durante la guerra y que tenía pocas probabilidades de ser víctima de un golpe comunista, recibió, entre el 1 de julio de 1948 y el 30 de junio de 1949, recursos equivalentes a casi el 8 por ciento de su renta nacional.
Por otra parte, Alemania Occidental ganó sólo cerca del 2,9 por ciento de su renta nacional. Después de 1951, Europa recibió otros 2.600 millones de dólares. Los productores estadounidenses también se beneficiaron de la expansión de la demanda en un momento en que existía la posibilidad de una recesión. La falta de salud forzó la renuncia de Marshall en 1949, quien, sin embargo, fue galardonado con el premio Nobel de la Paz en 1953.
La ayuda Marshall y el baluarte europeo
En marzo de 1947, el presidente Truman había prometido ayudar a los países no comunistas y el secretario de Estado George Marshall, en junio del mismo año, hizo una primera sugerencia pública para un Programa de Recuperación Europeo financiado por Estados Unidos (European Recovery Program, ERP). No obstante, el congreso evitó aprobar el ERP hasta el golpe de Estado comunista prosoviético de febrero de 1948 en Checoslovaquia.
Después de ello y del bloqueo de Berlín, el Congreso se convenció de que la seguridad de Estados Unidos necesitaba un «baluarte europeo» contra el comunismo. Esto, junto con la perspectiva de una caída en la demanda de los productos estadounidenses, que hacía surgir el fantasma de la depresión, fue suficiente para cambiar la política exterior de Estados Unidos poniendo en marcha el plan Marshall.
La mayor parte de la ayuda facilitada de este modo adoptó la forma de productos estadounidenses, y si bien la ayuda fue relativamente pequeña como porcentaje del PNB o de la inversión, el efecto en la renta nacional europea fue probablemente varias veces mayor. Por lo general se aceptaba que eliminaba los cuellos de botella en la producción europea y lubricaba las ruedas del comercio y los pagos internacionales, liberando los preciosos dólares para la adquisición de equipo vital. Un bono adicional para Estados Unidos era el aumento de la influencia estadounidense en las políticas monetarias y fiscales, y el estímulo de la cooperación europea.
Una forma que adoptó este estímulo fue la fundación de un comité, la Organización para la Cooperación Económica Europea, para redactar la solicitud formal de ayuda norteamericana. La OCEE seguía entonces otras políticas colectivas para acelerar la recuperación y liberalizar el comercio. (En 1961, Estados Unidos y Canadá se convertirían en miembros plenos
de la sucesora de esta organización, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, OCDE.) Otro mecanismo para la cooperación europea fue introducido por los administradores del ERP: la Unión de Pagos Europea que había sido diseñada para simplificar la expansión del comercio europeo, por lo menos sobre una base temporal.
Los préstamos a largo plazo y la cooperación comercial: Los receptores de la ayuda Marshall no tenían derecho a participar en los arreglos del FMI, y puesto que tantas economías principales estaban fuera del marco de referencia del acuerdo de Bretton Woods, éste era poco importante en los años de la recuperación. Este no era el caso del BIRD.
Los países miembros contribuían con capital, en forma de oro o dólares y de monedas nacionales; pero la mayor parte de los préstamos a largo plazo del Banco Mundial estaban financiados por otras fuentes. Sin embargo, el Banco no podía exigir tipos de interés comerciales bajos en el mercado neoyorquino, hasta que hubiese establecido una reputación de éxito en su trayectoria. En un principio, por aquel entonces su capacidad para prestar era muy limitada. Los préstamos iban a parar a la reconstrucción de Europa y a continuación los países más pobres recibían capital del BIRD. La nueva organización debía demostrar su capacidad para combinar los beneficios con inversiones a largo plazo^socialmente valiosas en países pobres y justificar el concepto detrás de su fundación.
La propuesta Organización para el Comercio Mundial (OCM) no tuvo tanto éxito. La Carta de La Habana para prepararla fue aceptada finalmente en 1948, pero nunca fue ratificada puesto que varios países siguieron presionando sobre determinados tipos de discriminación comercial. Por fin, hacia 1948 los logros de la primera sesión del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) había reducido la necesidad de una OCM.
Posteriormente Alemania quedó dividida....
Finalmente Alemania se dividió en 2 países.
La RDA (República Democrática Alemana) que tuvo una historia muy interesante. PINCHA AQUÍ para saber más.
La RFA (República Federal Alemana) que tuvo una historia muy interesante. PINCHA AQUÍ para saber más.
ALIANZAS MILITARES
OTAN: ​La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) tiene sus orígenes en la firma del Tratado de Washington de 1949, mediante el cual diez países de ambos lados del Atlántico (Bélgica, Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Francia, Islandia, Italia, Luxemburgo, Noruega, Países Bajos, Portugal y Reino Unido) se comprometieron a defenderse mutuamente en caso de agresión armada contra cualquiera de ellos.
Así nació una Alianza que vinculaba la defensa de América del Norte con un conjunto de países de Europa Occidental sobre la base del artículo 51 (Capítulo VII) de la Carta de Naciones Unidas, que reconoce el derecho inmanente de legítima defensa, individual o colectiva, en caso de ataque armado.
Sin duda, la evolución de la situación internacional ha determinado la continua adaptación de la Alianza Atlántica a los cambios en su entorno estratégico. El fin de la Guerra Fría en 1989 supuso, ante el desvanecimiento de una amenaza de invasión militar, el establecimiento de nuevas formas de cooperación política y militar para tratar los conflictos regionales y preservar la paz y la estabilidad. El Concepto Estratégico aprobado por los Jefes de Estado y de Gobierno de la OTAN en noviembre de 1991, en Roma, diseñaba un planteamiento amplio sobre seguridad, basado en el diálogo, la cooperación y el mantenimiento de una capacidad de defensa colectiva. Reunía en un conjunto coherente los elementos militares y políticos de los protocolos de seguridad de la Alianza, estableciendo que la cooperación con los nuevos países Socios de Europa Central y Oriental formaba parte integral de su estrategia. El Concepto preveía una menor dependencia respecto a las armas nucleares, y grandes cambios en las fuerzas militares integradas de la Alianza: reducciones sustanciales en su tamaño y grado de alerta, mejoras de su movilidad, flexibilidad y adaptabilidad a las diferentes contingencias y un mayor uso de formaciones multinacionales. 
 La Cumbre celebrada en Madrid en julio de 1997 constituyó un hito histórico en el que se pudieron analizar los resultados de las iniciativas llevadas a cabo por la Alianza en años anteriores, a la vez que se anunciaba una fase de reforma de las estructuras y políticas para responder a las nuevas circunstancias. La tarea de los dirigentes de la OTAN en Madrid consistió en analizar las diferentes parcelas de la futura política de la Alianza y asegurar su coherencia e integridad.
En la Cumbre de Madrid quedó claro el grado de compromiso de la Alianza con la transformación interna y externa, con nuevas medidas concretas y de gran trascendencia en todas las áreas: la apertura de conversaciones para la integración de Hungría, Polonia y la República Checa, junto a la aprobación de una “política de puertas abiertas” respecto a futuras adhesiones; la mejora de la Asociación para la Paz y la creación del EAPC como nuevo foro para impulsar la cooperación; la apertura de un nuevo capítulo en las relaciones OTAN-Rusia; la formalización e intensificación de la asociación con Ucrania; la ampliación del diálogo con los países mediterráneos; los progresos en la Identidad Europea de Seguridad y Defensa dentro de la OTAN y la definición de una estructura de mando militar para la Alianza, radicalmente reformada. Esta larga lista constituía la prueba de la capacidad de la OTAN para afrontar nuevos desafíos sin menoscabo de sus tareas tradicionales y de basar el futuro en su demostrada capacidad de adaptarse a los cambiantes requisitos de seguridad.
El proceso de evolución y transformación de la OTAN continuó en la Cumbre de Praga de noviembre de 2002. En ella se decidió la ampliación de la Alianza a siete nuevos miembros de Europa Central y Oriental, elevando a 26 el número de Aliados. Este proceso de ampliación culminaría con la incorporación de Croacia y Albania en 2009, hasta alcanzar los 28 miembros actuales. Tan sólo un año después, en la Cumbre de Lisboa de 2010, se adoptó el Nuevo Concepto Estratégico (NCE), por el que la Alianza se prepara para afrontar los nuevos retos globales del Siglo XXI, como el terrorismo, la proliferación nuclear o los ciberataques.
Desde entonces, los Aliados han centrado sus esfuerzos en dar forma y contenido a los mandatos contenidos en el NCE. La Cumbre de Chicago, celebrada en mayo de 2012, consolidó estos avances y se centró en torno a tres ejes de trabajo fundamentales para la Alianza: el desarrollo de capacidades, la situación en Afganistán y la relación con terceros Estados.
Este proceso de transformación de la Alianza ha incidido en buena medida en el ámbito de las capacidades de la Organización, ámbito en el que España ha tenido un peso relevante. Así, en noviembre de 2006, la Cumbre de Riga declaró la capacidad operativa plena de la Fuerza de Respuesta Rápida de la OTAN (NRF), en la que España ha participado en sucesivas rotaciones.
 Por otra parte, en el ámbito de las capacidades se ha pretendido lograr una Alianza renovada con fuerzas capaces de asumir y afrontar sus misiones, en un contexto de recesión económica global. En este marco de racionalización de medios, mejora de la eficacia y ahorro financiero, se ha diseñado la Nueva Estructura de Mandos, más reducida y flexible y con menos costes que la anterior, en la que España acoge uno de los dos Centros Aéreos Combinados Conjuntos (CAOC), localizado en Torrejón de Ardoz.
ANZUSEl ANZUS (acrónimo proveniente de Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos) es una alianza, tipo ente, conformada entre Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda que tiene por objeto garantizar la seguridad en el Pacífico Sur.
El establecimiento de una alianza de éste tipo en el sur del Pacífico durante la década de 1950 respondía a una dinámica de bipolaridad en la que Estados Unidos quería garantizar una zona de influencia más allá del territorio en el cual es capaz de influir, y cuya presencia, cercana a la de la Unión Soviética, actuaba como disuasivo de un posible ataque nuclear.
Durante la Guerra Fría las dos potencias antagónicas del mundo bipolar (EE.UU.-U.R.S.S.) pugnaban por controlar las mayores zonas posibles y las alianzas eran (y son hoy en día) una buena forma de garantizar la extensión de las zonas de influencia más allá del territorio "natural" donde se influye.
Texto del tratado: Las partes en este Tratado, reafirmando su fe en los objetivos y principios de la Carta de las Naciones Unidas y su deseo de vivir en paz con todos los pueblos y gobiernos, deseosas de reforzar la estructura de la paz en la zona del Pacífico. Tomando nota del hecho que los Estados Unidos tienen ya acuerdos por los cuales sus fuerzas armadas se estacionan en Filipinas, tienen fuerzas y responsabilidades administrativas en las Islas Riu Kiu, y que desde la entrada en vigor del Tratado de Paz con el Japón podrán también estacionar fuerzas armadas en el interior y zona del Japón para contribuir al mantenimiento de la paz y seguridad en tal zona. Reconociendo que Australia y Nueva Zelanda como miembros de la Mancomunidad Británica de Naciones tienen obligaciones militares, dentro y fuera de la zona del Pacífico. Deseosos de expresar públicamente y formalmente su unidad, para que ningún agresor en potencia pueda alimentar la ilusión de que cualquiera de ellas está aislada en la zona del Pacífico. Deseosos de acrecentar más aún sus esfuerzos de defensa colectiva, para preservar la paz y la seguridad mientras se desenvuelve un sistema más amplio de seguridad regional en la zona del Pacífico, por tales motivos declaran y aprueban lo que sigue:
Art. 1. Las partes contratantes se comprometen según la Carta de las Naciones Unidas a arreglar por todos los medios pacíficos todas las diferencias internacionales en que puedan estar envueltas de modo que la paz, seguridad y justicia internacionales no se comprometan, y a abstenerse en sus relaciones internacionales de recurrir a la amenaza o a la fuerza de modo incompatible con los objetivos de la Carta.
Art. 2. Para alcanzar más eficazmente el objetivo de este Tratado, las partes conjunta y separadamente, empleando esfuerzos personales y mutuos sostenidos y continuos, mantendrán y desenvolverán su capacidad individual y colectiva de resistencia al ataque armado.
Art. 3. Las partes se consultarán cuantas veces, según una de ellas, la integridad territorial, independencia política o seguridad de una, esté amenazada en el Pacífico.
Art. 4. Cada parte reconoce que un ataque armado en la zona del Pacífico contra una de ellas sería un peligro para la seguridad y la paz propias, declarando que para enfrentarse al peligro común obrará según procedimiento constitucional. Todo ataque armado de esta índole y todas las medidas tomadas en consecuencia se comunicarán inmediatamente al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Estas medidas acabarán cuando el Consejo de Seguridad haya tomado las disposiciones necesarias para restaurar y mantener la paz y seguridad internacionales.
Art. 5. Para precisar el objeto del art. 4 se define el ataque armado contra cualquier parte, como ataque armado contra su territorio metropolitano o contra los territorios insulares bajo su jurisdicción en el Pacífico, o contra sus ejércitos, navíos y aparatos de aviación públicos en el Pacífico.
Art. 6. Este Tratado no afecta ni debe interpretarse que afecte de ningún modo los derechos y obligaciones que derivan en la Carta de las Naciones Unidas para las partes ni a la responsabilidad de las Naciones Unidas para mantener la paz y seguridad internacionales.
Art. 7 Por este Tratado las partes crean un Consejo compuesto de sus Ministros de Asuntos Exteriores o de sus suplentes, para estudiar las cuestiones relativas a su aplicación. El Consejo se organizará de modo que pueda reunirse en cualquier momento.
Art. 8 Esperando la creación de un sistema más amplio de seguridad regional en el Pacífico y la puesta a punto por las Naciones Unidas de medios más efectivos para mantener la paz y seguridad internacionales, el Consejo instituido en el art. 7 está autorizado a mantener relaciones de consulta con los Estados, organizaciones regionales, asociaciones de estados, y demás autoridades de la zona del Pacífico, que pueden corroborar los objetivos del Tratado y contribuir a la seguridad de la zona.
Art. 9. Este Tratado se ratificará por las partes según sus respectivos procedimientos constitucionales y los instrumentos de ratificación se depositarán lo más pronto posible ante el Gobierno de Australia que notificará tal depósito a cada parte, entrando en vigor desde que la ratificación y los signatarios se deposite.
Art. 10. Este Tratado será de duración ilimitada. Cualquier parte podrá cesar de pertenecer al Consejo del art. 7, un año después de haberlo notificado al Gobierno de Australia que informará a los otros Gobiernos de las partes del depósito de la notificación.
Art. 11. Este Tratado, redactado en inglés, se depositará en los archivos del Gobierno de Australia, transmitiéndose por el mismo a los otros Gobiernos signatarios copias debidamente certificadas.
OTASE: La Organización del Tratado del Sudeste Asiático, o SEATO por sus siglas en inglés, fue una organización regional de defensa, vigente desde 1955 hasta 1977, constituida por Australia, Francia, Nueva Zelanda, Pakistán, Filipinas, Tailandia, Gran Bretaña y los Estados Unidos. Fue fundada como parte del Tratado de Defensa Colectiva del Sudeste Asiático, con el fin de proteger a la región del comunismo de la URSS y China.
Vietnam, Camboya y Laos, no fueron considerados para admisión y otros países de la zona, prefirieron ser parte del movimiento no alineado. La SEATO no tenía poder militar permanente, pero sus miembros participaron en ejercicios militares combinados. Pakistán se retiró en 1968 y Francia suspendió el apoyo financiero en 1975. La organización fue disuelta oficialmente en 1977. El Cuartel General de SEATO no tenía un mando unificado, ni una fuerza organizada como en el caso de la OTAN. Apenas contaba con un sistema de colaboración militar, con maniobras y planes de defensa conjuntos. Fundamentalmente su poder dependía de los Estados Unidos.
Tras acabar la Segunda Guerra Mundial, el sureste asiático se encontraba inmerso en una serie de acontecimientos y movimientos nacionalistas, impulsados por los comunistas. Durante nueve años, las potencias occidentales habían observado con preocupación la consolidación del régimen comunista en China, continuado por la guerra de Corea y el triunfo de Vietnam en Indochina. La situación del sureste asiático se había convertido en una auténtica preocupación. Por esa razón, en 1954 las potencias occidentales y los gobiernos de algunos países de la región decidieron firmar un pacto. De esta forma, el 8 de setiembre de ese mismo año, la concurrencia de Australia, Francia, Gran Bretaña, Nueva Zelanda, Pakistán, Filipinas, Tailandia y Estados Unidos firmaron el Pacto de Manila, que posteriormente pasó a ser "Southeast Asia Collective Defense Treaty" (Tratado de Defensa Colectiva del Sureste Asiático) o SEATO. El SEATO fue reforzado con la Carta del Pacífico mediante la cual se reafirmaba el derecho de los países de la región a vivir en paz y en plena colaboración para alcanzar los objetivos sociales, culturales y económicos a los que tienen derecho todos los pueblos libres.
El pacto fue firmado en Tailandia, y su sede se estableció en Bangkok. El área del tratado incluía el territorio de los países asiáticos miembros y el océano Pacífico al sur de una línea situada a 21" 30' de latitud norte. La definición era muy imprecisa, pero incluía Camboya, Laos y Vietnam del Sur en calidad de observadores, quedando bajo la protección del pacto mediante un protocolo adicional, a pesar de que no habían firmado el tratado.
Uno de los objetivos principales del SEATO era apoyar la presencia de Estados Unidos en Vietnam, aunque Francia y Pakistán decidieron mantenerse al margen y no apoyar la decisión de Washington. Debido sus estatutos, SEATO no podía intervenir ni en Vietnam ni en Laos por la falta de unanimidad, aunque sí controlar sus propias poblaciones.
Pero el problema fundamental de la SEATO era que sólo contaba con tres miembros asiáticos (Pakistán, Filipinas y Tailandia), mientras que dos de los grandes estados de la región, India e Indochina, permanecieron al margen. Ello se debió a la política nacionalista y neutralista de sus gobiernos, las cuales no coincidían con los intereses del bloque occidental. Ante tal evidencia, no dejaba de ser cierto que la SEATO era sólo instrumento de potencias neocolonialistas cuyas únicas pretensiones eran las de perpetuar su influencia económica y política en la región.
Francia se unió a SEATO por razones de prestigio, ya que acababa de fracasar en Indochina y por su comprometida situación en África no tenía intenciones de mantener una presencia militar en esa región.
Australia y Nueva Zelanda tenían razones propias, pues el Sudeste Asiático era su primera línea de defensa. Filipinas tenía definida su línea política plegada a las naciones occidentales y había firmado su propio tratado de defensa mutua con Estados Unidos. Pakistán estaba más interesado en sacarle partido al SEATO en su conflicto con India, que en aportar algún tipo de ayuda militar en el Sureste Asiático. Sólo Tailandia tenía un interés muy particular en SEATO, pues sus fronteras eran las que representaban el mayor peligro en el Sureste Asiático y obviamente su poder militar era limitado.
Estados Unidos, tras la guerra en Corea, estaba decidido a construir un sólido bloque de países opuestos a la China comunista. El Secretario de Estado estadounidense John Foster Dulles, de absoluta convicción anticomunista, estaba firmemente convencido de que existía un plan para extender el comunismo a todo el Sureste Asiático, y que los Acuerdos de Ginebra de julio de 1954, que sellaron la retirada francesa de sus ex colonias de Indochina, constituían una capitulación ante la agresión. De todas maneras, los acontecimientos futuros demostrarían que el compromiso de EEUU con sus aliados de la región no era del todo incondicional e ilimitado, sino que dependía de sus propios vaivenes políticos y de lo que iría ocurriendo en los países asiáticos.
Al producirse la escalada de la guerra en Vietnam y verse envuelto el país vecino, Laos, la SEATO no respondió como debiera a la situación, autorizando el uso de las bases tailandesas para la Fuerza Aérea estadounidense, y la presencia de algunas tropas británicas, australianas y neozelandesas. A lo largo de los años sesenta, Estados Unidos se fue embarcando progresivamente en la intervención militar unilateral, mientras que la SEATO mostró inoperancia e incapacidad a medida que surgían los conflictos en la región y por ello su importancia pronto comenzó a mermarse.
Las diferencias entre sus miembros y la falta de cohesión se hicieron evidentes. Los miembros asiáticos volcaron su atención a la amenaza de otras potencias. Pakistán no logró el apoyo de SEATO en su conflicto con India y por ello se retiró el 7 de noviembre de 1973. Antes la derrota en su primera guerra con India dio como resultado la transformación de Pakistán oriental en Bangladés. Camboya, Laos y Vietnam tenían conflictos entre sí. Francia por su parte, boicoteó la solicitud de EEUU para que los miembros de SEATO apoyaran al gobierno de Vietnam del Sur, descartando además su participación militar en la guerra. Francia suspendió el apoyo financiero en 1975.
Gran Bretaña respondió débilmente al llamado a involucrase militarmente en la guerra. Todo eso fue causa de que el congreso de EEUU decidiera revisar el Pacto de Manila y amenazara con denunciarlo. En 1967, ante los sucesos de Suez, Gran Bretaña estaba dispuesta a retirarse de SEATO. Finalmente el gobierno de Richard Nixon realizó una inesperada aproximación con el gobierno de Pekín lo que causó gran malestar entre los demás miembros de SEATO. Aunque desde 1973 se veía llegar, en febrero de 1974 se desmanteló la organización militar de SEATO y en junio de 1977 la organización dejó de existir. Sin embargo, el tratado se mantuvo en vigencia, porque era el único acuerdo formal de seguridad entre Tailandia y Estados Unidos.
PACTO DE BAGDADLa CENTO (Central Treaty Organization: Organización del Tratado Central), también denominado Pacto de Bagdad, se formó en 1955 por Irán, Irak, Pakistán, Reino Unido y Turquía.
Su nombre original era METO (Middle East Treaty Organization: Organización del Tratado del Oriente Medio). Aunque la presión estadounidense junto a promesas de generosidad militar y económica fueron clave en las negociaciones previas al acuerdo, Estados Unidos decidió no participar para evitar hostilidades con países árabes, con los que todavía trataba de cultivar relaciones amistosas.
Algunos consideraron el pacto como un intento británico de conservar su influencia en Oriente Medio en sustitución de la pérdida de su imperio en la India. En 1958 Estados Unidos se unió al comité militar de la alianza. Está considerada una de las alianzas menos provechosas de la Guerra Fría. La sede de la organización estaba ubicada inicialmente en Bagdad, Irak.
Inspirado en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), la CENTO trataba de fortalecer la cooperación y protección mutua de los aliados, así como la no intervención en los asuntos de los otros. Su meta era la contención de la Unión Soviética mediante la situación de una línea de estados fuertes a lo largo de la frontera sudoeste de la URSS.
A diferencia de la OTAN, la CENTO no tenía una estructura militar unificada, ni se establecieron muchas bases militares británicas o estadounidenses en Oriente Medio, aunque Estados Unidos tenía cuarteles de inteligencia en Irán, y realizaban vuelos de reconocimiento con aeronaves U-2 sobre el territorio soviético desde bases de Pakistán. El Reino Unido tuvo acceso a las instalaciones militares de Pakistán e Irak en varias ocasiones durante la vigencia del tratado. Además, Turquía y Estados Unidos acordaron que estos últimos tendrían acceso a las bases turcas, aunque se realizó bajo el auspicio de la OTAN.
El 14 de julio de 1958, la monarquía iraquí fue derrocada por un golpe de estado. El nuevo gobierno estaría dirigido por miembros del Partido Baaz, más próximos a Moscú. Irak abandonó la organización poco después. La organización dejó de emplear el nombre de Pacto de Bagdad a raíz de este incidente.
Oriente Medio y Asia del Sur se volvieron áreas extremadamente inestables durante los años 1960, tras el estallido del Conflicto Árabe-Israelí y las Guerras Indo-Pakistaníes. La CENTO era reluctante a involucrarse profundamente en estas disputas. En 1965 y 1971 Pakistán trató sin éxito de obtener apoyo en su guerra contra la India a través de la CENTO, pero se rechazó su petición aduciendo que el objetivo de la CENTO era contener a la Unión Soviética, no a la India.
La CENTO hizo poco para prevenir la expansión de la influencia soviética en los estados de la región. Cualquiera que fuese el pacto de la alianza se vio malogrado cuando los soviéticos jugaron a la pídola con los estados miembros estableciendo alianzas militares y políticas con los gobiernos de Egipto, Siria, Irak, la República Popular Democrática de Yemen, Somalia y Libia. Además, alrededor de 1970 la Unión Soviética tenía desplegados más de 20 000 soldados en Egipto y había establecido bases navales en Siria, Somalia y Yemen.
La Revolución iraní de 1979 significó el fin de la organización. Sin embargo, en realidad ya estaba prácticamente muerta tras 1974, cuando Turquía invadió Chipre, lo que llevó al Reino Unido a retirar los ejércitos asignados a la alianza. Con la caída de la monarquía iraní se perdió cualquier resto de la organización. Los acuerdos posteriores concernientes a la defensa entre Estados Unidos y el Reino Unido, por un lado, y los países de Oriente Medio —como Pakistán, Egipto y los Estados del Golfo—, por otro, se llevaron a cabo de forma bilateral.
COMECONConsejo de Ayuda Mutua Económica (CAME o Comecon). Se trató de una organización de cooperación económica liderada por la Unión Soviética y que integró a los países satélites de ésta que quedaron bajo su bloque de influencia. Trató de fomentar las relaciones comerciales entre estos países, y el modelo económico adoptado fue el de la URSS.
Tras la finalización de la II Guerra Mundial Estados Unidos defiendió la llamada Doctrina Truman consistente en una política de intervención en Europa para la contención del comunismo, poniendo así fin al tradicional aislacionismo americano. El 1947 la ruptura entre bloques era evidente y Estados Unidos ofreció un programa de reconstrucción económica a Europa como arma más efectiva contra el avance del comunismo. Este plan se conoció como el Plan Marshall.
La ayuda americana fue rechazada por la URSS y los países del este por considerarlo una vía de control imperialista. Sólo Yugoslavia siguió una vía de socialismo autogestionario. Habiéndose negado a aceptar esta ayuda norteamericana la URSS hubo de proporcionar una vía alternativa a estos «países satélite» al denominado Plan Marshall. De este modo la integración económica del bloque se aseguró en 1949 a través de la creación del Consejo de Ayuda Económica Mutua (CAME) y el Mercado Común del Este (COMECON). Se extinguió en junio de 1991.
PACTO DE VARSOVIAEl Pacto de Varsovia, llamado oficialmente, Tratado de Amistad, Colaboración y Asistencia Mutua, fue una alianza militar compuesta por ocho países comunistas europeos, creada para contrarrestar el rearme de la República Federal de Alemania, popularmente llamada Alemania Occidental, y su ingreso en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
El tratado fue firmado en Varsovia (Polonia) el 14 de mayo de 1955 por Albania, Bulgaria, Checoslovaquia (hoy República Checa y Eslovaquia), República Democrática de Alemania (en la actualidad parte de la reunificada República Federal de Alemania), Hungría, Polonia, Rumania y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
En la firma del Tratado los países miembros se comprometían por un período de veinte años a prestarse ayuda militar mutua en el caso de que cualquiera de ellos fuese atacado por una potencia extranjera.
La alianza estaba dominada por la URSS, que mantenía un estricto control sobre los otros estados firmantes del pacto. En 1961 Albania rompió relaciones diplomáticas con la URSS a causa de diferencias ideológicas y en 1968 abandonó el Pacto de Varsovia.
Desde mediados de la década de 1950 hasta la de 1980, dos fueron los órganos que ejecutaron las funciones del Pacto de Varsovia: el Comité Político Consultivo y el Mando Unificado de las Fuerzas Armadas, ambos con sede en Moscú.
Según los términos del tratado, el Comité Político Consultivo coordinaba todas las actividades, excepto las puramente militares, y el Mando Unificado de las Fuerzas Armadas ejercía la dirección sobre las tropas asignadas a éste por los estados miembros. Se acordó que el Mando Unificado quedara bajo dirección soviética.
La única acción militar del Pacto de Varsovia fue dirigida contra un Estado miembro: Checoslovaquia. (En el otoño de 1956, la URSS llevó a cabo de forma unilateral la invasión de Hungría, otro Estado miembro del Pacto de Varsovia).
En agosto de 1968, como respuesta a una serie de reformas liberalizadoras promulgadas por el gobierno checoslovaco, conocidas como la primavera de Praga, tropas de la URSS, Polonia, Hungría, Bulgaria y Alemania Oriental (República Democrática de Alemania) invadieron Checoslovaquia y forzaron el retorno a un régimen afín a la ortodoxia soviética. Rumania se opuso a la invasión, por lo que no participó en ella, pero continuó siendo miembro del Pacto.
A pesar de que el Pacto de Varsovia fue oficialmente renovado en 1985 para otros veinte años, la transformación política de la Europa oriental, a fines de la década de 1980, debilitó profundamente a la organización. La URSS inició la evacuación de sus tropas de otros países del Pacto de Varsovia y la República Democrática de Alemania abandonó la alianza para unirse a la República Federal de Alemania, logrando la reunificación de Alemania, en octubre de 1990.
Todas las funciones militares conjuntas cesaron a finales de marzo de 1991, y en julio los dirigentes de los seis países miembros restantes acordaron la disolución de la alianza.
LOS CONFLICTOS DE LA GUERRA FRÍA
Mapas conceptuales de www.profesorfrancisco.es 
La Aventura de la Historia- La Guerra de Corea
Hace 65 años los dos países libraron un conflicto que apenas modificó la frontera
Guerra de Corea: al sur del Paralelo 38
PABLO J. DE IRAZAZÁBAL 


En la madrugada del domingo 25 de junio de 1950, una llamada telefónica despertó a Douglas MacArthur, comandante en jefe de las fuerzas norteamericanas en el Pacífico, en su residencia de la Embajada norteamericana en Tokio. Malhumorado, recibió un mensaje del oficial de servicio en el cuartel general de las fuerzas estadounidenses en Japón, en el que se advertía gran nerviosismo: "Señor: acabamos de recibir noticias de Seúl. A las 4,00 de esta madrugada fuertes contingentes norcoreanos han cruzado el paralelo 38".

MacArthur -general de cinco estrellas, vencedor de Japón en la Segunda Guerra Mundial, el militar más conocido, admirado y condecorado del Ejército de Estados Unidos- comenta en sus memorias: "Sentí como un escalofrío. Nueve años antes, el 7 de diciembre de 1941, también domingo, otra llamada me anunció el ataque japonés a Pearl Harbour, y ahora nuevamente escuchaba el son de guerra. No puede ser -me dije-. Tal vez sea sólo una falsa alarma". Corea del Sur, por debajo del paralelo 38, disponía de cuatro divisiones, integradas por hombres valerosos y fieles a su patria. Sólo tenían armas ligeras, sin aviación ni barcos de guerra, muy pocos carros y otros medios de combate.

El hecho era que una fuerza de policía -no pasaba de ser eso- instruida por nosotros, con algo más que fusiles, se hallaba frente al Ejército norcoreano, adiestrado por los soviéticos y dotado de armas modernas. Los soviéticos lograron disimular muy bien sus intenciones ofensivas. A lo largo del paralelo 38 desplegaron varias unidades con unos pocos carros de combate, una fuerza similar a la surcoreana. Pero más atrás tenían concentradas poderosas unidades con armas pesadas, entre ellas los más recientes modelos de carros de combate soviéticos. En primer lugar, las tropas ligeras cruzaron la línea divisoria y se desplegaron a derecha e izquierda. Luego, por el centro, avanzó el grueso de las fuerzas con las armas pesadas".

Las guerras enseñan geografía
En junio de 1950, muy pocas personas sabían por dónde pasaba el Paralelo 38. En pocas horas se hizo tristemente famoso, respondiendo a esa cínica afirmación, tópica en las relaciones internacionales, de que las guerras enseñan geografía. El Paralelo 38 era la demarcación provisional acordada en 1945 por Washington y Moscú para separar a las tropas de ambos países que combatían a los japoneses y evitar incidentes. A partir de entonces, los soviéticos fortificaron la frontera y colaboraron en el establecimiento de un régimen comunista en su zona; al tiempo que EEUU propiciaba un sistema parlamentario en el Sur e instruía a su ejército.


Truman dispuso inmediatamente la evacuación de todos los ciudadanos norteamericanos presentes en Corea y dio órdenes a Mac Arthur para que ayudase a los surcoreanos
El mismo 25 de junio se reunió, tal como había pedido Truman, el Consejo de Seguridad de la ONU, compuesto por cinco miembros permanentes con derecho a veto (Estados Unidos, la URSS, el Reino Unido, Francia y China) y seis no permanentes. Pero no acudieron todos sus componentes. De los once miembros del Consejo entonces, solamente acudieron diez. Faltó la URSS.

En cierto modo, la ausencia soviética estaba justificada. El 13 de enero de ese mismo año 1950, el jefe de la delegación de la URSS, Jacob Malik, había dicho con toda claridad que no tomaría parte en los trabajos del Consejo de Seguridad "mientras permaneciera en él el representante del grupo del Kuomintang". Con esto hacía alusión a la situación anormal de los miembros permanentes del Consejo -uno de ellos, China- después de que el 1 de octubre de 1949 se hubiera proclamado la República Popular, inmensa, en el continente, y Chiang Kai-shek (presidente de China / Taiwan y líder del Kuomintang) representase solamente a Taiwan.

La ONU acordó declarar agresores a los norcoreanos y les ordenaron que retirasen sus tropas al otro lado del paralelo
En consecuencia, se presentaron a la convocatoria los seis países no permanentes y cuatro de los permanentes, en total diez. Los reunidos acordaron declarar agresores a los norcoreanos y les ordenaron que retirasen sus tropas al otro lado del Paralelo 38. La decisión fue adoptada por nueve votos y una abstención (Yugoslavia). Malik no pudo interponer su veto, lo que hubiera hecho, con toda seguridad, caso de estar presente.

Truman dispuso inmediatamente la evacuación de todos los ciudadanos norteamericanos presentes en Corea y dio órdenes a MacArthur para que ayudase a los surcoreanos. La única limitación fue la Séptima Flota -estacionada en Japón- que se reservaba, únicamente, para la defensa de Taiwan y no se quería crear una verdadera crisis internacional.

El presidente norteamericano y el general MacArthur se encontraron con un regalo cuando el Consejo de Seguridad de la ONU, reunido el 27 de junio a petición del delegado norteamericano, Warren Austin, decidió -por siete votos a uno (Yugoslavia) y dos abstenciones (Egipto y la India)- que todos los Estados miembros de la Organización tenían la obligación de ayudar a Corea del Sur.

Apoyo internacional a EEUU
Al final, serían quince los países que apoyaron a Estados Unidos -a los surcoreanos, en definitiva- en la guerra. Por supuesto, tampoco asistió a esa reunión el soviético Malik, esta vez más armado de razones, al afirmar que la convocatoria del día 25 había sido totalmente ilegal. Y, por eso mismo, tampoco pudo interponer su veto al frente de combate. Entretanto, MacArthur se había trasladado al frente de operaciones y se encontró con el caos. En unas 72 horas, las tropas norcoreanas se habían plantado en los arrabales de Seúl, la antigua capital, que sufría el bombardeo de artillería, morteros y lazagranadas. El Gobierno de Syngman Rhee -a quien podía considerarse todavía como presidente- se había trasladado al Sur, a Taejon. La confusión era tal que ni siquiera los oficiales que tenían que recibir a MacArthur pudieron dar con él.


Las memorias de MacArthur. La retirada del rio Han
Abordé un jeep y bajo continuos ataques aéreos me dirigí hacia el río Han, al norte, encontrando a mi paso a un ejército derrotado. Allí tropezamos con fuerzas de retaguardia surcoreanas que trataban de defender unos puentes. El panorama era estremecedor. Al otro lado del Han -que también discurre por Seúl, la capital-, vimos que ésta, ocupada ya por el enemigo, era un humeante mar de llamas. Junto a los puentes llovían las granadas del enemigo. Por todas partes se veían soldados en retirada, se destacaban las cruces rojas de las ambulancias repletas de hombres heridos. En el aire silbaban los proyectiles anunciando la muerte, y la desolación se había adueñado del campo de batalla. Por si esto fuera poco, una verdadera oleada de refugiados taponaba las carreteras. Sin proferir la menor queja, marchaban hacia el sur, llevando a hombros sus escasas pertenencias y de la mano a los niños, con los ojos muy abiertos por el miedo; eran los representantes de un pueblo orgulloso y duro, habituado durante siglos a vivir cerca del desastre.
La Guerra de Corea fue una guerra singular. En principio, fallaron los servicios de inteligencia de cada uno de los bandos y Douglas MacArthur escribió dos tratados de psicología y estrategia y se quedó las puertas de elaborar un tercero.

La teoría de los despachos -visto bueno de la ONU para ayudar a los surcoreanos- tenía poco que ver con la realidad caótica que había sufrido el general en sus propias carnes. Su primer acierto para dar la vuelta al desastre fue aprovecharse de una ventaja psicológica: los soviéticos no esperaban la participación de EEUU y, por tanto, ignoraban hasta dónde podía llegar la ayuda de éstos a los surcoreanos. Mac Arthur exigió que "se vieran uniformes del Ejército norteamericano". Y prefirió la urgencia de esta presencia a la buena organización y a la preparación de los combatientes. La treta dio resultado, aunque para ello fue necesario el sacrificio de la 243 División de Infantería, al mando del general Dean.

La división fue prácticamente aniquilada y Dean cayó prisionero, pero el Norte frenó su ofensiva pensando que aquello era una trampa y que, detrás, se aproximaba una fortisima ofensiva norteamericana. Si hubieran seguido su camino, Pusan hubiera caído en manos de las tropas del Norte y la situación se habría convertido en irreversible.


La división fue prácticamente aniquilada, pero el Norte frenó su ofensiva pensando que aquello era una trampa
El segundo acierto de MacArthur fue el desembarco en lnchon. En el mes de septiembre, el panorama era desolador: "las tropas del General Walker -escribe MacArthur- combatían con el mar a retaguardia" . Fue entonces cuando concibió la idea de un desembarco a las espaldas de los norcoreanos en lnchon, 30 kilómetros al oeste de Seúl. Varias reuniones de los más altos mandos del Ejército de Estados Unidos se opusieron a la idea: el jefe del Estado Mayor conjunto, Omar Bradley, de manera rotunda; el jefe del Estado Mayor del Ejército, general Collins, y el comandante supremo de la Flota, almirante Sherman, de manera parcial.

La responsabilidad de la tragedia
La oposición se debía a las importantes dificultades de la operación. Los expertos de la Marina habían comprobado que las diferencias de la marea en Inchon eran de nueve metros en seis horas. Durante la bajamar, el cieno penetraba hasta tres kilómetros 34 en el puerto y la corriente alcanzaba hasta una velocidad de seis millas náuticas. El único canal navegable era estrecho y tortuoso. Un par de minas o un barco hundido bastaban para obstruirlo. La marea alta se producía a las 6,59 y a las 19,19, ésta última a 27 minutos de la puesta del sol. Las fortificaciones del islote de Wolmi-do, de más de cien metros de altura, dominaban la bahía y el puerto de Inchon.

El 15 de septiembre a las cuatro de la madrugada, un ataque feroz dejó desmanteladas las fortificaciones de Wolmi-do. A las 6,59 las lanchas de desembarco se lanzaban sobre Inchon. A las 8,00, el general MacArthur y su Estado Mayor, en el acorazado Mount Mac Kinney, recibían este informe: "Ha desembarcado la primera oleada de infantes de marina, estableciendo una cabeza de puente sin sufrir una sola baja".


A las 19,19, en la segunda subida de la marea, desembarcaban las fuerzas del Cuerpo de ejército. Al día siguiente, los norteamericanos se apoderaban de Kimpo -un aeropuerto entre Seúl e Inchon- y el 17 de septiembre era reconquistado Seúl. El Gobierno se trasladó de Pusan 3 la antigua capital. La que pudo ser y no fue. De junio a diciembre de 1950, se vivieron seis meses enloquecidos. A principios de septiembre, norteamericanos y surcoreanos estaban a punto de ser arrojados al mar. Con la contraofensiva de Inchon todo pareció cambiar de rumbo y el 4 de octubre, las primeras unidades de la división de caballería cruzaron al norte de Seúl la línea divisoria entre las dos Coreas -el famoso Paralelo 38- mientras dos divisiones surcoreanas avanzaban por la costa oriental en dirección norte. Pero ese mismo 4 de octubre ocurrió algo con lo que no contaban los occidentales y, por eso mismo, no le dieron la menor importancia.

La amenaza de China
El primer ministro -Chu En-Iai- llamó al embajador indio en Pekín y le utilizó como intermediario para comunicar a los Gobiernos occidentales y a la ONU que China se vería obligada a intervenir si más tropas surcoreanas atravesaban el Paralelo 38 en dirección norte. MacArthur, tan buen general como mal político, se entrevistó con el presidente Truman y le aseguró que China no intervendría. Y se olvidó a Pekín y a Chu En-Iai. Incluso se ignoró una información militar de Tokio, en la que se advertía de que Mao Tse Tung había situado ya 100.000 hombres en Corea y en Manchuria, al norte del río Yalu, tenía dispuestos a 870.000 más.

Norteamericanos, soldados de la ONU y surcoreanos siguieron su avance hacia el norte y el 21 de noviembre el Cuerpo de Ejército del general Al-mond llegaba no al Paralelo 38, sino al río Yalu, la frontera de Corea con Manchuria. La victoria total se consideraba cuestión de pocos días. Se hicieron los preparativos para la celebración del día de Acción de Gracias -que ese año fue el 24 de noviembre-y MacArthur dijo a sus soldados que celebrarían las Navidades en sus hogares de América.

Pero, en la noche del 25 de noviembre, los chinos cayeron, con toda su potencia, sobre las fuerzas de la ONU y de EEUU. Tres días después, la situación era trágica. "El 28 de noviembre -escribe Christian Zentner- todo el 8º Ejército norteamericano y otras unidades agregadas de la ONU se encontraban en plena huida hacia el sur. Esta era la primera derrota seria que sufrían las tropas norteamericanas y la más larga retirada de toda su historia militar. Las tropas chinas avanzaban con tanta rapidez como huían las fuerzas de las Naciones Unidas. Pronto se vio que los perseguidores iban más de prisa e incluso podían cercar a las tropas aliadas".

El 23 de diciembre, dos días antes de Navidad, fue una jornada triste: el último soldado norteamericano abandonó Corea del Norte y, lo que fue peor, sobre una carretera helada patinó el jeep en que viajaba el general Walker y éste resultó muerto. Había sido uno de los más destacados mandos del Ejército aliado y quien mejor logró integrar a norteamericanos y coreanos.

Relevo en el mando
Inmediatamente fue designado para sucederle el general Matthew B. Ridgway, quien lo hizo pidiendo el mando unificado de todas las tropas norteamericanas. MacArthur no sólo estuvo de acuerdo en la petición de Ridgway, sino que le confirió el mando directo sobre todas las tropas, con carta blanca para cualquier decisión sobre la guerra. Esta docilidad de MacArthur era reflejo de la aparición de conflictos entre el procónsuL del Pacífico -como se le llamaba- y el presidente Truman. El militar había planteado al político dos condiciones que consideraba indispensables:

El bombardeo de las zonas de abastecimiento de los chinos por encima del Yalu.
La utilización, en el Ejército de las Naciones Unidas, de 35.000 soldados ofrecidos por Chiang Kai-shek.
La negativa para ambas cosas fue rotunda, especialmente para la segunda. En la primera se le permitía bombardear objetivos sobre el Yalu..."pero sólo desde el lado de acá", es decir, de Corea. En uno y otro caso la razón era la misma: evitar la implicación masiva y declarada de China en un conflicto que ya no sería el mismo de Corea. El 5 de abril de 1951, después de que el jefe de la oposición en el Senado, senador Joseph W. Martin, leyera una carta que le había remitido Douglas MacArthur, criticando las decisiones del presidente, Truman destituyó fulminantemente al Procónsul, quien consiguió las mayores muestras de adhesión popular sobre la Quinta Avenida neoyorquina a su regreso a Estados Unidos. Pero la guerra seguía y Ridgway sucedió a MacArthur en el mando supremo del Extremo Oriente, y el general Van Fleet reemplazó a Ridgway como jefe de las fuerzas de la ONU.

La Batalla de las Colinas
A partir de enero de 1951, la guerra vivía una fase de marasmo y agotamiento. Los soldados estaban cansados de combatir. La actividad bélica consistía en una serie ininterrumpida de agotadoras escaramuzas. Al llegar la primavera, los primeros que perdieron la paciencia fueron los chinos, que intentaron progresar por un procedimiento de golpes y retiradas. Más sorprendente fue aún que los norteamericanos copiaran ese sistema en la que fue denominada Operación Punch. El punch (puñetazo, choque, empujón, patada...) consistía en una viva acción de penetración en territorio enemigo, causando los mayores daños posibles, para retirarse luego al cabo de unas horas dejando al adversario la tarea de reconquistar lo perdido, aunque para ello no tuviera que realizar un gran esfuerzo. El éxito de esta operación, que se multiplicó a lo largo de diversas colinas, estaba en los daños producidos durante el ataque. No se trataba de ganar territorio.

"La acción se desarrolló -cuenta el general Marshall- en una extensa serie de colinas que se denominaban cota 440. En cinco días de combate se conquistaron todos los objetivos. El 8º Ejército sólo sufrió 237 bajas entre muertos y heridos, mientras que en el campo de batalla quedaron más de 5.000 soldados enemigos. Los chinos caían sobre Seúl por el río Han y emprendían desde allí avances sobre la orilla meridional. No se libró ninguna batalla general con el avance coordinado de muchas Divisiones. El ejército progresaba dando cortos saltos". Seúl, que había sido conquistada por los chinos y norcoreanos, fue recuperada y ya no volvería a cambiar de manos. Y, en mayo, los chinos volvieron a perder la paciencia. Pretendieron una gran ofensiva basada en una gran masa humana atacante, y las tropas de los aliados, firmemente asentadas, ocasionaron una matanza formidable.

La guerra volvió al marasmo y todo se producía en torno al Paralelo 38. El 1 junio el secretario general de Naciones Unidas -Trygve Lie- anunció que propondría un armisticio para mantener la antigua línea de demarcación formada por el Paralelo 38 *. Cuatro semanas después -el 29 de junio de 1951- el presidente de EEUU ordenó al general Ridgway que "mañana sábado a las 8.00 horas de Tokio, transmita el siguiente mensaje sin cifrar, al comandante en jefe de las fuerzas comunistas de Corea, y que al propio tiempo lo comunique a la prensa para su difusión: Como jefe supremo de las tropas de las Naciones Unidas hago saber lo que sigue por conducto reglamentario: Según he manifestado en otra ocasión, podemos celebrar una entrevista para poner fin a las hostilidades en Corea, con la garantía de una vigilancia del armisticio.Tan pronto como reciba noticias de que se halla dispuesto a negociar, designará a mi negociador y, al propio tiempo, se fijará la fecha de la reunión. Propongo como lugar de la misma el barco hospital danés que se halla anclado en el puerto de Wonsan".

El 10 de julio de 1951 se iniciaron las negociaciones, prolongadas durante muchísimo tiempo, mientras Ia guerra continuaba a bajo nivel
La propuesta fue aceptada inmediatamente, pero no el lugar. Este fue fijado por el Comandante en Jefe de los comunistas, en la proximidades de Kae-song, en una aldea llamada Panmunjon, sobre el paralelo 38. El 10 de julio de 1951 se iniciaron las negociaciones, prolongadas durante muchísimo tiempo, mientras Ia guerra continuaba a bajo nivel. El 10 de julio de 1953, justamente dos años después del comienzo de la negociación y tres más tarde de la invasión norcoreana, se llegó a un acuerdo, pero éste no se firmo hasta el 27 de julio a las 10 horas, para que entrase en vigor a las doce horas siguientes. No fue una paz, sino un armisticio, que devolvió -como en un rebobinado de la Historia- a la misma situación del 25 de junio de 1950. El Norte, en las brumas del comunismo, empobrecido; el Sur, abierto a la industria y al comercio.

La Guerra de Corea quizá pueda entenderse -y muy parcialmente- con las palabras del propio general Matthew B. Ridgway, quien inicia el prólogo de su libro Korean War, sentencia: "El conflicto de Corea marca el final de la era de fortaleza americana y el principio de una edad en que no será posible para nuestra nación asegurar la paz simplemente con eludir los problemas extranjeros. Cuando se declaró la Guerra de Corea nos encontramos, por primera vez en nuestra historia, sumergidos de cabeza en una guerra imprevista una semana antes de comenzar y que complicó a medio mundo en una lucha que nuestro pueblo jamás comprenderá y en la que no quiso participar".

*Aclaración: Finalmente la frontera del armisticio, aunque transcurre muy cerca del paralelo 38, no coincide exactamente tal y como ocurría en 1950. Sin embargo, debido a su cercanía se sigue denominando coloquialmente Paralelo 38.











LA COEXISTENCIA PACÍFICA
La Coexistencia Pacífica (1955-1962) fue un término de política internacional, con el fin de evitar otra guerra mundial. Aplicada por el dirigente soviético Kruschev, que hacía referencia a las relaciones que habrían de mantener la Unión Soviética y Estados Unidos dentro de la denominada Guerra Fría.
Los orígenes se remontan a 1955, cuando Kruschev inició el proceso de descentralización de la URSS, el líder soviético lanzó una nueva política exterior para la URSS, la "coexistencia pacífica". Este nuevo concepto significaba básicamente que la URSS no solo negaba el recurso a las armas para extender la revolución comunista por el mundo, sino que rechazaba la idea de que la guerra con el capitalismo era inevitable.
La Coexistencia Pacífica se basaba en la doctrina comunista, que durante un período habrían de convivir países capitalistas con comunistas, para evitar una guerra mundial era necesario mantener la coexistencia pacífica, que suponía la renuncia a la guerra como medio de resolver las disputas internacionales.
Hubo tres hechos históricos que marcaron los problemas fundamentales de esta política: En 1956 la invasión de Hungría, en la década de 1960 la construcción del muro de Berlín y la ruptura de las relaciones entre la Unión Soviética y China. La política de Coexistencia Pacífica se quebró al mismo tiempo que la crisis de Cuba de 1962, que obligó a Estados Unidos y a la Unión Soviética a modificar la línea política de cada uno de ellos.
Los nuevos dirigentes internacionales se presentaron ante el mundo con una actitud más tolerante hacia las diferencias ideológicas y reconocieron el reparto de las respectivas áreas de la influencia.
En 1956, Nikita Kruschev anunció los principios de la coexistencia pacífica, que consistían en una nueva orientación de las relaciones entre los dos bloques.
Se inició un período de diálogo entre las dos superpotencias intencionando a frenar la pugna armamentística y conseguir un equilibrio estratégico. Los primeros acuerdos iniciaron una etapa de relaciones directas entre los jefes de Estado de ambas potencias. Frenar la carrera armamentística se convirtió en un objetivo prioritario.
En 1972, Moscú y Washington firmaron los Acuerdos SALT(strategic arms limitation talks), que limitaban el aumento de las armas nucleares y, en 1973, los nuevos dirigentes, Richard Nixon y Leónidas Breznev, firmaron un tratado sobre la prevención de la guerra nuclear.
A finales de la década de 1970 se produjeron nuevos focos de conflicto en todos los continentes, que hicieron que las tensiones de los años de la Guerra Fía volvieran a salir. El acceso del republicano Ronald Reagan a principios de 1980, a la presidencia de EE.UU. reforzó un nuevo recrudecimiento de la tensión entre los bloques al iniciar una agresiva política de intervenciones militares para reafirmar su control estratégico del mundo.
Por iniciativa norteamericana, hubo un relanzamiento de la carrera nuclear con el plan de defensa estratégica conocido como Guerra de las Galaxias (1983), que permitía la fabricación de armas capaces de detectar y destruir en vuelo las cabezas nucleares de los misiles atacantes. Esta nueva carrera de armamento acabó de arruinar la débil economía soviética y aceleró los cambios que sobrevinieron a finales de la década de 1980 en la URSS.
PROBLEMAS INTERNOS DE LOS BLOQUES
DISIDENCIAS EN YUGOSLAVIA Y CHINA
¾ Desde 1948 ruptura entre la URSS y Yugoslavia:
  • o Tito aplica un modelo político que llama el socialismo autogestionario
  • o Yugoslavia se mantiene al margen del Pacto de Varsovia
  • o Impulsa el “titismo” como vía alternativa entre los no alineados
¾ El triunfo de la revolución comunista en China (1949) bien acogido por la URSS
¾ Desde 1959 discrepancias entre China y la URSS
  • o los chinos deciden iniciar una vía de socialismo propia
  • o reivindicaciones territoriales fronterizas entre la URSS y China
  • o los chinos intentan cuestionar el liderazgo mundial de la URSS entre los comunistas (sólo les secunda Albania)

LAS REVUELTAS DE HUNGRÍA Y CHECOSLOVAQUIA
HUNGRÍA
¾ En 1956 se inicia un intento de desmarcarse del control soviético:
  • o Existía un movimiento sindicalista y universitario que lo reclamaba
  • o El presidente Nagy forma gobierno con participación de liberales y socialdemócratas
  • o Hungría se declara neutral y abandona el Pacto de Varsovia
¾ El partido comunista húngaro se desmarca de Nagy:
  • o reclama la intervención de la URSS
  • o teme una apertura hacia occidente
¾ Las tropas soviéticas se enfrentan al gobierno húngaro:
  • o Violentos enfrentamientos que se saldan con la victoria soviética
  • o Nagy es detenido y ejecutado en 1958
CHECOSLOVAQUIA
¾ Proceso aperturista en 1968 conocido como la Primavera de Praga
¾ Proponen una vía que llaman socialismo con rostro humano (no tan abierto como el húngaro):
  • o No cuestionaba el Pacto de Varsovia
  • o Libertad de expresión y cierta democratización:
  • o Provoca el entusiasmo entre la población
¾ El 21 de agosto las tropas del Pacto de Varsovia ocupan Praga y ponen fin al proceso

LAS DISIDENCIAS EN EL BLOQUE OCCIDENTAL
¾ En Europa occidental algunos países cuestionan
  • o el liderazgo de EE.UU.
  • o el enfrentamiento con el bloque comunista
¾ Alemania en 1970 de la mano de Willy Brandt:
  • o Inicia conversaciones con la URSS y Polonia reconociendo las fronteras de la II WW
  • o normaliza sus relaciones con la RDA (ambas son admitidas en la ONU en 1973)
¾ Francia:
  • o 1950 cuestiona el mando de EE.UU. en la OTAN ® De Gaulle abandona la OTAN
  • o Inicia su desarrollo nuclear
  • o Mantiene relaciones diplomáticas con países comunistas
¾ Se inicia una línea europeísta tendente a la unidad:
  • o creación del Consejo de Europa (1948)
  • o acercamiento franco-alemán
  • o Tratado de Roma (1957)
¾ La política exterior provoca el rechazo de muchos ciudadanos europeos:
  • o La intervención en Vietnam
  • o La defensa de sus intereses en América Latina supone un contrasentido:
  • § Se define como defensora de la democracia
  • Apoya a los regímenes dictatoriales

BIOGRAFÍAS

Harry S. Truman

(Lamar, Missouri, 1884 - Kansas City, 1972) Trigésimo tercer presidente de los Estados Unidos de América (1945-1953). Este agricultor sureño fue ascendiendo lentamente en la política local mediante cargos electivos -siempre ligados al Partido Demócrata-, hasta que en 1935 pasó a representar a su Estado como senador. Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) se hizo famoso como presidente del comité parlamentario encargado de supervisar la economía de guerra, moderando los gastos y evitando discriminaciones (el Comité Truman).

El prestigio alcanzado hizo que el partido le presentara como candidato a vicepresidente en las elecciones de 1944. Ejerció, pues, como vicepresidente de Franklin D. Roosevelt, hasta que el fallecimiento de éste le convirtió automáticamente en presidente (1945). En 1948 obtuvo la reelección para un segundo mandato, que ejerció en 1949-1953.
Truman mantuvo la continuidad con la política de Roosevelt, consolidando los avances del New Deal con un programa de profundización en la democracia económica y social (el Fair Deal). No obstante, no pudo impedir que el Congreso aprobara la Ley Taft-Harley, que limitaba el derecho de huelga y arrebataba a los sindicatos el monopolio de la representación de los trabajadores (1947).
Tampoco pudo evitar que el clima internacional de la «guerra fría» se contagiara al interior de la sociedad americana, produciendo una especie de sicosis anticomunista: bajo la inspiración del senador Joseph McCarthy, el Congreso lanzó una verdadera «caza de brujas» contra supuestos infiltrados comunistas en la Administración, el ejército y el mundo de la cultura; en el mismo sentido iban la Ley MacCarran-Nixon de 1950 (que permitía el registro de las organizaciones izquierdistas) y la Ley MacCarran-Walter de 1952 (que imponía restricciones a la inmigración).
Truman se inició en la política exterior asistiendo a las conferencias que trataron de organizar el orden internacional de la posguerra (Conferencias de Postdam y San Francisco, 1945). Enseguida descubrió las ambiciones de poder de Stalin y adoptó una postura firme para impedir el expansionismo soviético. La doctrina Truman, basada en contener a la URSS mediante ayudas económicas y militares a los gobiernos amigos, daría lugar a un largo periodo de «guerra fría»; es decir, a una bipolarización de la política mundial entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, en continua tensión, pero sin llegar a enfrentarse en guerra abierta.
A diferencia de la actitud aislacionista que adoptaron los Estados Unidos al final de la Primera Guerra Mundial (a la cual se acusaba en gran parte de los problemas del periodo de entreguerras), Truman hizo que, al final de la Segunda Guerra Mundial, el país se volcara en la acción exterior: promovió decididamente la creación de la ONU (1945), apoyó con dinero y armas a los Gobiernos de Grecia y Turquía para impedir que cayeran en la órbita soviética (1947-1949), financió generosamente un programa de ayuda económica para la reconstrucción de Europa (el Plan Marshall de 1948), organizó una alianza militar con sus aliados de Europa Occidental y Norteamérica (la OTAN, en 1949) y respondió con firmeza al bloqueo soviético de Berlín Occidental (organizando el abastecimiento mediante un puente aéreo en 1949). 
La misma actitud se proyectó hacia Asia, en donde las tensiones sociales y la inestabilidad política ofrecían un terreno abonado para la expansión comunista: Truman llevó sus programas de ayuda económica y militar a Oriente Medio (desde 1950), extendió las alianzas militares norteamericanas (Pacto del Pacífico, 1951), e intervino militarmente para impedir la desaparición del régimen prooccidental de Corea del Sur frente al régimen comunista del Norte (Guerra de Corea, 1950-1953). Tras haber enmendado la Constitución para impedir en lo sucesivo que un presidente fuera elegido para más de dos mandatos, se retiró de la política al concluir el suyo en 1953.

Dwight David Eisenhower

(Denison, Texas, 1890 - Washington D. C., 1969) Trigésimo cuarto presidente de Estados Unidos de América (1953-1961). Hijo de una modesta familia rural de Kansas, recibió una educación religiosa y disciplinada. Estudió en la academia militar de West Point, en la que entró como becario gracias a sus brillantes calificaciones (1911). Tras graduarse en 1915, fue destinado a funciones de organización y oficinas que le mantuvieron alejado de los campos de batalla de la Primera Guerra Mundial. En los años treinta sirvió como asistente del general Douglas MacArthur en Filipinas.

Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y el consiguiente crecimiento del ejército americano, Eisenhower obtuvo su primer puesto con mando sobre tropas, demostrando cualidades que le valieron el ascenso a general (1941). La confianza que inspiró al jefe del Estado Mayor, George Marshall, hizo que fuera nombrado comandante en jefe de la operación de desembarco en el norte de África de británicos y norteamericanos (Operación Torch, 1942). A pesar de los errores y problemas de aquella ofensiva, el Magreb quedó en manos de los aliados y Eisenhower conservó el mando. Desde aquella base se le encomendó el primer asalto de los aliados al continente europeo, supervisando la invasión de Sicilia y la posterior campaña de Italia.
Pero la principal acción militar de la carrera de Eisenhower fue la organización y dirección del desembarco de Normandía, destinado a abrir definitivamente un frente occidental hacia el corazón de la Alemania nazi (Operación Overlord, 1944). El éxito de aquella arriesgada y compleja operación de desembarco masivo contribuyó a acelerar el final de la guerra y proporcionó a su responsable prestigio y popularidad.
Apoyado en la superioridad numérica y armamentística de sus tropas (reflejo de la capacidad industrial de Estados Unidos), Eisenhower dirigió la ofensiva final victoriosa contra el Tercer Reich a través de Francia y de la misma Alemania, hasta el encuentro en el río Elba con las tropas de los aliados soviéticos que venían avanzando desde el este (1945). Recibió entonces la rendición incondicional del ejército alemán y sirvió brevemente como comandante en jefe de las tropas de ocupación estadounidenses en Alemania. Luego sucedió a Marshall como jefe del Estado Mayor y organizó desde ese cargo la desmovilización del enorme ejército que había combatido en la Segunda Guerra Mundial. Tras un breve periodo como presidente de la Universidad de Columbia de Nueva York (1948-1951), volvió al ejército como comandante supremo de las fuerzas de la OTAN.
La popularidad que le había dado la victoria militar aliada sobre Alemania hizo que Eisenhower recibiese invitaciones para entrar en política desde el mismo final de la guerra. Inicialmente las rechazó todas, aludiendo al apoliticismo del ejército y a la neutralidad que debe mantener el político profesional. Pero, tras la inesperada victoria electoral de Harry S. Truman en 1948, sus convicciones conservadoras se impusieron y aceptó asumir la candidatura republicana para la presidencia en los siguientes comicios y contribuir así a frenar la extensión del Estado de bienestar que venían impulsando los demócratas desde los tiempos de Franklin D. Roosevelt; al mismo tiempo esperaba poder combatir las tendencias aislacionistas que dominaban el Partido Republicano en materia de política exterior. Con Nixon como vicepresidente, Ike Eisenhower ganó las elecciones de 1952 y 1956 sin grandes dificultades.
Durante sus dos mandatos como presidente (1953-1961) se mostró moderadamente conservador: detuvo el crecimiento del sector público y del Estado de bienestar, pero no desmontó las grandes reformas sociales iniciadas por Roosevelt; se esforzó por equilibrar el presupuesto con medidas de austeridad generalizadas, que no impidieron la realización de grandes obras públicas, como el sistema de autopistas interestatales o la conexión fluvial de los Grandes Lagos con el océano Atlántico. Aunque no era un luchador antirracista, llevó la defensa de los principios constitucionales y de las sentencias del Tribunal Supremo hasta el punto de ordenar la intervención de tropas federales contra la segregación racial en las escuelas de Arkansas (1957).

Como presidente de los Estados Unidos
Pero sus retos principales procedían de la política internacional, dominada en aquellos años por la «guerra fría» que enfrentaba a los Estados Unidos con la Unión Soviética a escala mundial. Eisenhower decidió compensar la reducción del presupuesto militar con un sistema de defensa que descansaría cada vez más sobre las armas nucleares; y trató de fortalecer sus posiciones aceptando como aliado a cualquier país dispuesto a participar en la lucha contra el comunismo (caso de la España de Francisco Franco, con la que firmó varios tratados en 1953-1959).
Entre sus éxitos más significativos hay que destacar la victoria en la Guerra de Corea en 1953 y las conversaciones con la Unión Soviética de Nikita Jruschov. Eisenhower fue el primer presidente afectado por la 22ª enmienda de la Constitución, que le impidió presentarse para un tercer mandato; en las elecciones de 1960, su vicepresidente, Richard Nixon, sería derrotado por el candidato demócrata John F. KennedyIke Eisenhower se despidió del cargo con un discurso en el cual advertía al país sobre el excesivo peso que el «complejo militar-industrial» tenía sobre la política nacional. Luego se retiró a Pennsylvania hasta que una serie de ataques cardíacos acabaron con su vida.

John Kennedy

Personaje fascinante y contradictorio, John F. Kennedy es uno de los políticos estadounidenses más recordados de la segunda mitad del siglo XX. Tras convertirse en el primer católico que accedía a la presidencia de Estados Unidos, impulsó una política de reformas destinadas a recuperar para su país la primacía mundial, puesta en duda por los éxitos espaciales soviéticos. Sus proyectos políticos quedaron truncados por su asesinato en 1963, un magnicidio cuyos móviles nunca han quedado del todo esclarecidos y que ha dado lugar a múltiples conjeturas. La prematura muerte del presidente (cuya familia ha estado rodeada de un aura de fatalidad, pues diversos de sus miembros fallecieron en circunstancias trágicas) contribuyó a otorgar a su figura un carácter mítico.

La historia norteamericana del clan de los Kennedy se remonta a 1848, cuando un irlandés llamado Patrick Kennedy llegó a la prometedora tierra de los Estados Unidos y se estableció como tonelero. Uno de sus nietos, Joseph Patrick Kennedy, se hizo cargo más de medio siglo después del discreto patrimonio reunido por su abuelo y por su padre y construyó con él una de las mayores fortunas de Norteamérica.
Un clan poderoso
Joseph Patrick Kennedy, llamado familiarmente Joe, mostró desde la infancia una gran aptitud para los negocios y un decidido deseo de medrar. Casado con Rose, una emprendedora joven hija de John Fitzgerald, ex alcalde de Boston, comenzó a amasar su patrimonio en esta ciudad, cimentándolo en la administración de viviendas, la especulación en bolsa y la industria cinematográfica. Joe era astuto, frío y en extremo inteligente para los asuntos de dinero; como había ayudado a Theodore Roosevelt durante su campaña presidencial, consiguió durante el período de Ley Seca un permiso especial de importación de licores para "fines terapéuticos"; cuando sus bodegas estaban repletas, la ley fue derogada y Joe pudo despachar todo el licor comprado a bajo precio como si fuera oro. Al desatarse la crisis económica de 1929, fue de los pocos que salió a flote, e incluso pudo conseguir algunas ganancias.
Uno de sus hijos, llamado John Fitzgerald Kennedy como su abuelo materno, había nacido el 29 de mayo de 1917 en Brookline (Massachusetts). El futuro presidente de los Estados Unidos era el segundo hermano de una larga prole compuesta por Joe, Rosemary, Kathleen, Eunice, Pat, Jean, Bobby y Teddy. Con el fin de prepararlos desde la más tierna infancia para convertirse en verdaderos Kennedy, el padre se encargó de fomentar en todos ellos una firme disciplina y un sano espíritu de competencia: "No me importa lo que hagáis en la vida, pero hagáis lo que hagáis, sed los mejores del mundo. Si habéis de picar piedra, sed los mejores picapedreros del mundo."
Para John, pronto estuvo claro que no tenía nada que hacer frente a su hermano Joe, un muchachote musculoso, inteligente, de brillante verbo y gran magnetismo personal; John, por el contrario, era más bien debilucho, tímido e introvertido. Mientras estudiaba en la Canterbury School de Connecticut y luego en la Universidad de Harvard, la sombra de Joe, "el preferido", planeó continuamente sobre la conciencia de John Fitzgerald Kennedy. Al mismo tiempo que su hermano cosechaba triunfos académicos en Gran Bretaña, John contrajo la hepatitis y se vio obligado a interrumpir sus estudios durante largas temporadas. Acabó por reponerse, pero a pesar de sus esfuerzos por destacar, nunca consiguió demasiados éxitos en las aulas. En Harvard sólo obtuvo calificaciones destacables en la etapa final de su carrera y únicamente en economía y ciencias políticas. El deporte conseguía interesarle más que estas disciplinas intelectuales y en ningún momento se sintió atraído por la carrera política, para la cual parecía estar destinado su hermano mayor.
En 1932, cuando Franklin D. Roosevelt se presentó a las elecciones presidenciales, su padre solventó su campaña decidido a probar fortuna en la carrera política. Consiguió ser presidente de la comisión federal de la marina mercante, y más tarde, en 1937, fue nombrado embajador en Gran Bretaña. Aquel descendiente de inmigrantes, ferviente católico y siempre ambicioso, había hecho una enorme fortuna y ahora triunfaba también en el ámbito de la política. Sus dos hijos mayores lo acompañaron a Europa en calidad de ayudantes y John pudo viajar a la URSS, Turquía, Polonia, América del Sur y otras regiones, de cuya situación informó puntualmente al patriarca de la familia.
Fue a raíz de esta gira cuando John empezó a interesarse seriamente por la política. De regreso a los Estados Unidos se volcó en sus estudios y logró que sus calificaciones académicas mejoraran considerablemente. Se interesó por los distintos conflictos que desembocarían en la Segunda Guerra Mundial, y especialmente por la actitud de Gran Bretaña respecto a Europa. De todos esos apuntes surgió el tema de su tesis, Why England slept (Por qué dormía Inglaterra), título tomado de los discursos de Churchill y que le valió una graduación magna cum laude en junio de 1940. Más adelante publicó el libro que resumía esta investigación, y llegó a vender ochenta mil ejemplares.
Comandante en la Segunda Guerra Mundial
La vida optimista de los Kennedy sufrió, a partir de la Segunda Guerra Mundial, un fuerte viraje. La postura aislacionista de Joseph Patrick Kennedy y su falta de colaboración con el gobierno británico le obligaron a abandonar la embajada. Eran bien conocidas sus simpatías por el general Franco, y de regreso a Boston se ganó una merecida fama de antisemita por su animadversión hacia los numerosos judíos europeos refugiados en su tierra.
Al comenzar la Segunda Guerra Mundial, su hermano Joe se alistó en la aviación y John quiso ingresar en la marina, para lo que hubo de vencer los obstáculos médicos derivados de una lesión en la espalda que había sufrido de niño. Tenía veinticinco años cuando recibió el nombramiento de comandante de una lancha torpedera que actuaba en el Pacífico.
Los dos oficiales y diez soldados a sus órdenes compartieron con él numerosos éxitos combatiendo contra los japoneses. Pero el día 2 de agosto de 1943, mientras cumplía una misión para la que se había ofrecido voluntario, un destructor japonés los abordó en medio de la noche y partió la patrullera por la mitad. Varios tripulantes murieron en el choque. Los supervivientes permanecieron a la deriva durante quince horas y John se comportó encomiablemente al arrastrar hasta la costa a uno de sus soldados herido en las piernas. Aunque hay quien ha atribuido el percance a una imprudencia de John, lo cierto es que el joven comandante Kennedy fue considerado un héroe de guerra.
La convalecencia fue larga. Su lesión dorsal se había agravado y John pensó que su maltrecho físico no estaba para demasiados sueños de gloria política. Sin embargo, el destino salió a su encuentro: su hermano Joe murió el 12 de agosto de 1944 en un accidente aéreo, cuando intentaba destruir las bases alemanas de las bombas volantes V-1 y V-2. El patriarca volvió sus ojos hacia él y decidió que ocupase la vacante de Joe en la lucha por conquistar la presidencia de los Estados Unidos.
En 1945, cuando John trabajaba como corresponsal en el «imperio» de William Randolph Hearst y había cubierto ya varias conferencias internacionales, Joseph Patrick Kennedy le expresó su deseo de que ocupase el puesto que Joe y se dedicase a la política. John tuvo que aprender a dominar su timidez y su retraimiento para convertirse en un político profesional. Estrechar las manos de desconocidos, sonreír ante los periodistas y tener siempre en los labios una frase más o menos ingeniosa para ellos comenzó a ser su pan de cada día. Su amplia sonrisa, su aspecto de niño y sus ojos melancólicos pronto encontraron adeptos en el seno del Partido Demócrata y entre los electores, fascinados por su juventud y por su imagen de brillante y honrado universitario. Después de una exhaustiva campaña en la que estuvo siempre apoyado económica y doctrinalmente por su familia, John Kennedy logró convertirse en 1946 en diputado del Partido Demócrata por Boston en la Cámara de Representantes, y mantuvo su escaño en las elecciones de 1948 y 1950.
Una fulgurante carrera política
John F. Kennedy ocupó rápidamente un lugar descollante en la escena política estadounidense. Su acción legislativa, sin embargo, fue discreta. Se caracterizó, primero, por una retroactiva desaprobación al gobierno Roosevelt y por la presentación de varios proyectos de contenido social, rechazados en la mayoría de los casos. Lo más destacable de esta primera etapa de su vida política fue su franco apoyo a todas las ayudas internacionales: el préstamo otorgado a Gran Bretaña, la ayuda a Grecia y Turquía, el Plan Marshall y otras medidas afines. En 1949 sorprendió con un discurso hostil a la política estadounidense llevada a cabo en China, a causa de la cual, afirmó, los Estados Unidos habían perdido la posibilidad de conseguir una China no comunista. El tono crítico a la política oficial y el encarnizamiento anticomunista que mostró se asemejaban al que, a partir de un año más tarde, emplearía el senador por Wisconsin Joseph McCarthy.
En abril de 1952, a sus treinta y cinco años, su padre lo instó a presentarse a senador por el estado de Massachusetts. De nuevo el clan se lanzó a una frenética actividad: se trataba de disputar el puesto a Henry Cabot Lodge, quien lo mantenía desde 1935. Corrieron ríos de tinta y dólares: sus imágenes forraron el estado, y la televisión emitía cada noche «El café en la casa de los Kennedy», donde se mostraba la unión y la fuerza del clan, la paz y la elegancia del hogar. Se celebraron banquetes en Palm Beach y Hyannis Port, sus dos fortalezas de Florida; millones de tarjetas navideñas personalizadas saturaban los correos; y sus obras de beneficencia (en especial, ayudas a centros de deficientes mentales, en uno de los cuales estaba internada su hermana Rosemary) no dejaban de destacar en los periódicos.
A uno de esos banquetes invitó a la reportera de un diario de Washington que había conocido un año antes: Jacqueline Lee Bouvier. Jacqueline no tardó en enamorar al aspirante a senador y a su familia, pues combinaba a la perfección su belleza con sus conocimientos idiomáticos (hablaba varias lenguas), y el encanto de su origen francés con la dote de su padre, célebre financiero neoyorquino. La boda se celebró en Boston el 12 de septiembre de 1953; asistieron mil doscientos invitados, que formaron en cola para saludar a Jack y Jackie. Jacqueline Kennedy se convirtió desde ese día en una de las mejores bazas del futuro presidente.
En octubre de 1954, John F. Kennedy se vio obligado a alejarse de la vida política. La antigua dolencia de espalda, por la que ya había sido intervenido, se agravó, y el uso de muletas (ocultas en el coche durante sus campañas) se hizo cada vez más necesario. Tuvo que ser operado para unir sus vértebras descolocadas. Tras la operación, se recluyó en Hyannis Port con cuantiosa documentación histórica de los archivos del Senado y dedicó su tiempo a escribir un nuevo libro, Perfiles de coraje. La obra contenía ocho retratos de personajes políticos estadounidenses del siglo XIX y fue publicada un año después con éxito de crítica y público. En 1957 obtendría por esta obra el Premio Pulitzer. Pero su enfermedad no remitía y, en febrero de 1955, debió someterse a una nueva intervención, tras la cual logró recuperarse. Volvió a la vida pública dispuesto a presentar su candidatura para la vicepresidencia del Partido Demócrata. Sin embargo, fue vencido por Estes Kefauver.
La abrumadora victoria de Eisenhower no amedrentó a los demócratas, que veían en Kennedy el candidato idóneo para las elecciones presidenciales de 1960. Su ausencia de Washington lo benefició en cierto sentido, ya que en diciembre de 1954, cuando el Senado condenó a McCarthy, no se vio obligado a manifestarse ante los censores. Según su posterior colaborador Robert Sorensen, Kennedy no aprobaba la mentalidad maccarthista, pero tampoco se adhería a los liberales. Su hermano Robert había formado parte de la comisión presidida por McCarthy como consejero jurídico, y él mismo la había integrado. A pesar de ello, nadie pareció oír a Eleanor Roosevelt cuando se preguntó de viva voz si los liberales podrían dar su voto a un hombre que ni siquiera había condenado a McCarthy.
Pero los liberales, e incluso los no liberales, se lo dieron. En 1960 el clan intensificó su actividad, pero el triunfo final fue una conquista personal de Kennedy. En los últimos años había hecho nuevas e influyentes amistades y estaba rodeado de eficaces colaboradores, recuperados en su mayoría de Harvard. Acababa de publicar su tercer libro, La estrategia de la paz, y había tenido tiempo de profundizar en todos los temas de preocupante actualidad de su país susceptibles de reforma.
El núcleo de su campaña electoral cristalizó en torno a la idea de una nueva época que había de iniciar América, la denominada "Nueva Frontera", que evocaba el espíritu pionero de la conquista del Oeste. Con su sola presencia, John F. Kennedy empezó a infundir esperanzas de renovación a un país cansado de una administración anquilosada desde el New Deal de Roosevelt. Pulcro, levemente despeinado, paseó su joven imagen por el mundo, junto a una Jackie en estado y con su hija de tres años, Caroline. Con su lema «Kennedy está en el cambio», arrasó en las elecciones primarias y, aunque por escasísimo margen, el 8 de noviembre logró la victoria sobre Richard Nixon.
En la presidencia
Cuando el 21 de enero de 1961 tomó posesión de su cargo, ya nadie dudaba que Kennedy haría realidad su lema. Una de sus primeras medidas fue recomendar la puesta en libertad del líder negro Martin Luther King, que cumplía una condena a trabajos forzados en Georgia. Más tarde, su actuación en favor de la integración racial fue tildada de vacilante, pero pese al rechazo de que fue objeto su proyecto de ley de derechos civiles en el Congreso (en general todo proyecto suyo encontró en el Congreso una fuerte oposición), sus iniciativas dejaron huella entre los negros, que llegaron a compararlo con el mítico presidente Abraham Lincoln.
En los mil treinta y siete días que gobernó, John F. Kennedy dejó la impronta del cambio. Apenas instalado en el despacho oval, escoltado por Dean Rusk como secretario de Estado y por su hermano Robert F. Kennedy como fiscal general, sus medidas renovadoras se sucedieron. La ayuda federal al sistema educativo, el impulso que dio a la cultura y a las artes y, sobre todo, el relanzamiento de la economía, que condujo a un marcado crecimiento del consumo y de las inversiones privadas (lo que, a su vez, permitió recuperar el retraso aerospacial del país respecto a la Unión Soviética) fueron sólo algunas de sus más célebres innovaciones.
Su programa, de corte liberal, se basó fundamentalmente en la recuperación económica, la mejora de la Administración, la diversificación de los medios de defensa y el establecimiento de una alianza para el desarrollo integral del continente americano. Este último objetivo se plasmó en la formación de un frente común con los países de Centro y Sudamérica, la llamada Alianza para el Progreso, cimentada en los siguientes puntos: 1) apoyo a las democracias contra las dictaduras; 2) concesiones de créditos a largo plazo; 3) estabilización de precios en la exportación; 4) programas de reforma agraria; 5) estímulos a la inversión privada; 6) ayuda técnica e intercambio de información y estudiantes; 7) control de armas, y 8) fortalecimiento de la Organización de Estados Americanos. Para llevar adelante esta política, Kennedy convocó a los dirigentes del hemisferio invitándoles a unirse formalmente a la Alianza.
Todos quedaron deslumbrados por aquel joven cargado de ilusiones y de ideas de regeneración y reforma. Pero uno no acudió a la cita: Fidel Castro, que desde 1959 era jefe del gobierno cubano. Con Eisenhower como presidente, la CIA ya había preparado un plan de invasión de la isla de Cuba, al tiempo que se adiestraban en Guatemala guerrillas anticomunistas. La ineptitud de los gobernantes norteamericanos había cerrado las puertas a la Cuba de Fidel y el Che Guevara, empujándolos a radicalizar su revolución. Los Estados Unidos no habían hecho nada para ayudar a Cuba en su necesidad de progreso económico, y cuando Kennedy llegó al poder era ya demasiado tarde.
El presidente se resistió a aceptar el plan de ataque de la CIA en varias ocasiones, pero acabó cediendo ante las presiones de los militares. En abril de 1961 comenzó la operación, pero la resistencia de las tropas castristas y del pueblo cubano convirtieron el desembarco en la Bahía de Cochinos en un estrepitoso fracaso. Kennedy y su administración sufrieron un duro golpe, y Castro anunció que Cuba se había convertido en una república socialista; la invasión tuvo, pues, un efecto completamente opuesto al deseado.
Respecto a la URSS, Kennedy intentó un cierto acercamiento que se visualizó en junio de 1961 en la entrevista con Nikita Kruschev que tuvo lugar en Viena. Pero la invasión abortada de la Bahía de Cochinos, la erección del muro de Berlín y, sobre todo, el descubrimiento de una base de misiles con carga nuclear en Cuba instalada por los soviéticos interrumpieron las negociaciones.
El temple de Kennedy se puso de manifiesto cuando exigió al dirigente soviético el desmantelamiento de aquellas bases; durante varios meses angustiosos se temió que el conflicto desencadenara una guerra nuclear, pero Kruschev terminó por ceder y la llamada crisis de los misiles acabó constituyendo un éxito indudable para el presidente norteamericano. A pesar de todo, posteriormente se produciría un entendimiento definitivo entre las dos superpotencias, plasmado en 1963 con la firma del Tratado de Moscú sobre el control y disminución de las pruebas nucleares en la atmósfera.
En cuanto a la Alianza para el Progreso, destinada en principio a favorecer el surgimiento y consolidación de regímenes democráticos en el hemisferio americano, no impidió la extensión del militarismo ni el apoyo de los Estados Unidos a los gobiernos dictatoriales que respaldaron las posiciones de Washington. No hay que olvidar que la primera incursión de la CIA en Vietnam se llevó a cabo bajo su mandato. Si sus fines eran indudablemente democráticos, no lo eran tanto los medios de lograrlos. El principal artífice del hombre político había sido alguien tan poco digno de crédito como su padre; a este respecto el ex presidente Truman, dirigiéndose a un temeroso del catolicismo de Kennedy, dijo: «Yo no temo al papa, sino al papá».
En 1963, Kennedy comenzó a preparar el terreno para las siguientes elecciones e inició una gira por diversas ciudades del país. El 22 de noviembre de 1963 John Kennedy y su esposa, seguidos del vicepresidente Lyndon B. Johnson, entraron en Dallas. Era parte de su campaña en la zona más reacia del país con vistas a su reelección de 1964. Cuando recorría sus calles en un coche descubierto, unos disparos sonaron por encima de los vítores y segaron su vida. Poco después moría en el hospital, desatando la consternación del mundo entero.
Según el informe Warren, el autor del magnicidio fue Lee Harvey Oswald, que desde lo alto de un edificio disparó con un fusil de repetición con mira telescópica. Sin embargo, subsistieron serias dudas sobre la exactitud de esta versión, y desde entonces han sido señalados como culpables desde la mafia hasta la sociedad racista Ku Klux Klan, pasando por los trust petrolíferos y armamentistas y la propia CIA. El enigma sigue abierto y probablemente nunca llegará a resolverse.

Lyndon Johnson

(Lyndon Baines Johnson; Stonewall, Texas, 1908 - Austin, Texas, 1973) Trigésimo sexto presidente de los Estados Unidos de América (1963-1968). Procedente de una familia modesta, Lyndon B. Johnson había iniciado su carrera política en 1937, al ser elegido para la Cámara de Representantes por Texas; luego fue senador (1949) y jefe del grupo demócrata del Senado (1953).

John F. Kennedy le incorporó a su candidatura presidencial como vicepresidente en virtud de su experiencia parlamentaria y de sus orígenes sureños; de modo que, tras la victoria electoral de 1960, Lyndon B. Johnson se convirtió en vicepresidente en 1961.
El asesinato de Kennedy en 1963 le convirtió automáticamente en presidente (curiosamente, de la misma manera en que el vicepresidente sudista Andrew Johnson había sucedido a Lincoln tras su asesinato en 1865). En las elecciones siguientes, de 1964, fue reelegido con una amplia mayoría. Johnson profundizó las reformas de Kennedy, lanzando su programa de «la gran sociedad»: hizo abolir las últimas discriminaciones raciales, extendió la asistencia sanitaria pública y dictó medidas en favor de los pobres.
En política exterior mantuvo un intervencionismo agresivo, que le llevó a la invasión de Santo Domingo (1965) y, sobre todo, a comprometer profundamente a los Estados Unidos en la Guerra de Vietnam (1965), de la que el país saldría, muchos años después, derrotado y afectado por una profunda crisis moral. Consciente de aquel fracaso, renunció a presentarse a la reelección en 1968, sucediéndole al año siguiente el republicano Richard Nixon.

Richard Nixon

(Yorba Linda, California, 1913 - Nueva York, 1994) Político estadounidense que fue el trigésimo séptimo presidente de los Estados Unidos de América (1968-1974). Nació en el seno de una familia de agricultores metodistas de origen humilde que se trasladó a la localidad californiana de Whittier cuando el joven Richard tenía nueve años; allí alternó sus estudios de primaria con su trabajo en la tienda de comestibles y en la gasolinera de los padres.

Excelente estudiante, en el año 1934 se graduó en la escuela de Whittier con mención especial, lo que le valió conseguir una beca para acudir a la Universidad Duke de Carolina del Norte, donde se licenció en Derecho en 1937. Nada más acabar la carrera, se dirigió a Nueva York con objeto de conseguir trabajo en cualquier bufete de Wall Street, empeño que no consiguió. Regresó entonces a Whittier para acabar ejerciendo la abogacía en la firma de más renombre de aquella ciudad, la Winger & Bewley, de la que acabó siendo socio. Al poco tiempo fue enviado a la pequeña localidad de La Habra con la misión de dirigir una pequeña sucursal de la firma, en la que conoció a la que sería su mujer, Thelma Catherine Patricia Ryan, con la que contrajo matrimonio el 21 de julio de 1940.
En marzo de 1942, Nixon comenzó a trabajar en la Oficina del Fiscal de Washington, pero nada más comenzar la Segunda Guerra Mundial para su país se alistó en la Marina con el grado de teniente. Gran parte del conflicto lo pasó en el Pacífico, integrado en el South Pacific Air Transport Command, cuerpo en el que acabó como comandante.
Finalizada la guerra, Nixon regresó a Whittier para dedicarse por entero a la política. Su carrera comenzó en 1946, cuando fue elegido miembro de la Cámara de Representantes como representante de Whittier, tras una campaña beligerante caracterizada por un discurso patriótico y anticomunista con la que borró del mapa a su oponente, el demócrata Jerry Worheer, al que acusó de ser un instrumento de Moscú.
La carrera política de Richard Nixon despegó del todo entre los años 1948 y 1949, cuando fue miembro del Comité de Actividades Antiamericanas del senador Joseph MacArthur y consiguió que éste abriera una investigación para juzgar a Alger Hiss, antiguo oficial del Departamento de Estado sospechoso de filtrar documentación clasificada a Whitaker Chambers, un antiguo y reconocido miembro del Partido Comunista estadounidense clandestino. La excepcional brillantez con la que llevó a cabo el caso le convirtió poco menos que en un héroe nacional. Después de tan resonante éxito, Richard Nixon fue elegido para elaborar, conjuntamente con otros representantes, el Plan Marshall de ayuda económica a la Europa de postguerra.
En 1950, Richard Nixon consiguió un puesto como senador por California tras una campaña tan implacable como fulminante en la que pulverizó a su oponente, la demócrata Helen Gahagan Douglas, a la que además humilló públicamente al adjudicarle el apodo despectivo de Pink Lady. Gracias a un estilo duro e implacable que utilizaba contra todos sus oponentes, Nixon se convirtió en el más conocido y temido de los oradores republicanos.
En 1952, el candidato republicano a la presidencia, Dwight David Eisenhower, lo escogió como vicepresidente en su candidatura, proyecto que estuvo a punto de venirse abajo cuando se descubrió que Richard Nixon había aceptado 18.000 dólares de procedencia privada para complementar su sueldo de congresista. Nixon, en un alarde de valentía, decidió asumir su propia defensa ante las cámaras de la incipiente televisión estatal, donde convenció a la audiencia de que el único regalo que había aceptado siendo senador fue un perro del que no pensaba desprenderse porque sus hijas lo adoraban. De vuelta al ruedo político totalmente limpio, Nixon volvió a arrasar al candidato demócrata a la vicepresidencia, Adlai Stevenson.
Durante sus dos mandatos consecutivos como vicepresidente de los Estados Unidos, Richard Nixon gozó de un papel y unas prerrogativas políticas inusuales para su cargo, dadas las responsabilidades políticas que Eisenhower delegó en su persona. Presidió la mayor parte de las reuniones del Gobierno y de los líderes del Congreso, a la par que asumió tres veces (1955, 1956 y 1957) las funciones presidenciales debido a la crónica dolencia cardíaca que padecía el presidente. Pero destacó sobre todo como embajador extraordinario de su país por todo el mundo, en calidad de lo cual visitó un total de 55 estados.
Durante la Convención Nacional del partido, el 20 de julio de 1960, Richard Nixon fue elegido candidato a la presidencia en detrimento del otro candidato de peso, Nelson Aldrich Rockefeller. Dio entonces comienzo una campaña intensa en la que la victoria parecía asegurada gracias a su fama bien ganada de furibundo anticomunista. Richard Nixon se enfrentó al prometedor senador demócrata John Fitzgerald Kennedy. Ambos candidatos se prestaron a debatir en cuatro espacios televisados sus respectivos programas de gobierno, baza que jugó a favor del candidato demócrata, mejor preparado para la cita y menos vacilante que Nixon, quien se mostró bastante más cansado y falto de reflejos que su oponente. Kennedy acabó ganando las elecciones por un margen muy apretado.
En febrero de 1968, Richard Nixon volvió a ser propuesto como candidato a la presidencia de su partido, acompañado de Spiro Theodore Agnew como vicepresidente. Esta vez, Nixon hizo un magnífico uso de la televisión para derrotar al candidato demócrata Hubert Horatio Humphrey, en una campaña de la que sacó provecho del profundo malestar de todo el país por la Guerra de Vietnam y por las profundas divisiones internas que atenazaban al Partido Demócrata. Apoyándose de una serie de hombres de su total confianza y bien preparados, a los que encargó las cuestiones más rutinarias de Gobierno, Nixon se dedicó de lleno a la política internacional, perfectamente asesorado por su secretario de Estado Henry Kissinger.
Respecto a su política interna, Richard Nixon inició un lento pero gradual desmantelamiento de las leyes fiscales implantadas desde los tiempos de las administraciones de Franklin Delano Roosevelt y su New Deal y de John F. Kennedy. Bajo un programa político denominado New Federalism, asignó 30.000 millones de dólares para reactivar la economía de los estados y de las ciudades más importantes del país, al tiempo que no dejó de favorecer los intereses económicos de las élites financieras y grandes corporaciones.
Después de propugnar la implantación de un presupuesto equilibrado, el déficit público del país aumentó espectacularmente y la inflación se hizo galopante, lo que le obligó a intervenir directamente en la economía nacional en 1971 decretando la congelación de salarios y precios y dando vía libre a una ley proteccionista frente a las importaciones, por lo que también devaluó el dólar con el objeto de hacer más competitivos los productos estadounidenses. La recesión económica del país no le impidió apoyar con una gran cantidad de dinero e inversiones de todo tipo la carrera espacial de los Estados Unidos, en dura pugna con la URSS por el liderato más que científico.
En el plano internacional, Nixon siguió practicando la misma línea imperialista de las anteriores administraciones. Pero, en relación con la Guerra de Vietnam, problema enquistado en la sociedad norteamericana, Nixon se fijó la prioridad de encontrar una salida lo más digna posible para el prestigio del país y sus fuerzas armadas, para lo cual acuñó la llamada doctrina Nixon: retirar progresivamente las tropas estadounidenses del conflicto, seguir apoyando con dinero y armas al régimen de Saigón y reservarse el derecho a intervenir en la guerra si así lo estimaba oportuno, a la par que transfería toda la responsabilidad militar sobre el conflicto al Ejército de Vietnam del Sur.
Pero, mientras dicha retirada escalonada de tropas americanas se llevaba a cabo, el conflicto fue radicalizándose cada día más y la guerra se prolongó durante cuatro años, a la vez que aumentaban las bajas de soldados estadounidenses. Nixon autorizó la incursión de tropas en Laos y Camboya para presionar al Vietcong, refugiado en ambos países, y al Gobierno de Vietnam del Norte. En abril de 1972, dio el visto bueno a un violento y mortífero bombardeo sobre Hanoi y, un mes más tarde, al minado del puerto y de los canales fluviales de Haiphong.
Richard Nixon sorprendió a principios de 1972, al visitar oficialmente la República Popular de China, lo que constituyó un gran triunfo diplomático, ya que dicho acercamiento suponía dejar fuera de juego a la URSS, por aquel entonces declarada enemiga de la China de Mao. Pocos meses después, en el mes de mayo, visitó Moscú, donde negoció el primer paso para un acuerdo sobre la limitación del armamento nuclear entre ambos países. El acuerdo fue ratificado al año siguiente, cuando el líder soviético Leonid Brezhnev devolvió la visita a Washington y se firmó el acuerdo SALT I.
Todos los pasos dados por Richard Nixon para acercarse a las dos grandes potencias comunistas del momento no significaban que éste hubiera abandonado su visceral anticomunismo, tal como demostró al apoyar a una serie de presidentes dictadores en América del Sur. Inquieto como estaba por la evolución de los acontecimientos en América Latina, en septiembre de 1973 dio el visto bueno para que la CIA colaborase en el golpe de estado del general Augusto Pinochet en Chile contra el Gobierno del socialista Salvador Allende.
El 7 de noviembre de 1972, Nixon volvió a ganar las elecciones presidenciales a su oponente demócrata George MacGovern, pero los demócratas consiguieron hacerse con la mayoría en el Senado y en la Cámara de Representantes, lo que puso las cosas difíciles a Nixon para poder desarrollar su programa político. Pero la caída definiva de Nixon tuvo como detonante el caso que habría de convertirse en la mayor tormenta política de la historia de Estados Unidos: el llamado escándalo Watergate. Se inició el 17 de junio de 1972 con la detención de cinco hombres cuando intentaban instalar un sistema de escuchas telefónicas tras allanar las oficinas del Comité Nacional del Partido Demócrata, ubicadas en el edificio Watergate de Washington.
El asunto, en un principio baladí, comenzó a complicarse durante el juicio contra los encausados, llamados popularmente fontaneros, cuando confesaron ante el juez Sirica, encargado de la investigación, que habían sido enviados por altos responsables del Partido Republicano. Para agravar los problemas de Nixon, su vicepresidente, Spiro T. Agnew, fue acusado de soborno y tuvo que dimitir de su cargo (Richard Nixon lo sustituyó por otro destacado congresista republicano, Gerald R. Ford, que se convertiría en Presidente tras la renuncia de su mentor).
Tras una ardua investigación en la que colaboraron de manera decisiva los periodistas del Washington Post que habían denunciado el escándalo, Carl Bernstein y Bob Woodward, pronto se fueron conociendo nuevos datos. Paulatinamente se fue desvelando un plan preconcebido desde el entorno presidencial, en el cual se vieron implicados varios altos cargos, como John Mitchell, Ministro de Justicia; John Dean, Consejero Presidencial; H.R. Haldeman, Jefe de Personal de la Casa Blanca, o John Ehrlichman, Asesor Especial de la Casa Blanca para Asuntos Nacionales. Los dos últimos citados dimitieron en la primavera del año siguiente, poco antes de que iniciara sus sesiones un comité especial del Senado encargado de investigar las actividades presidenciales. También dejó su cargo el Procurador General, Richard Kleindienst, cuyo sucesor, Elliot Richardson, nombró a Archibald Cox como Procurador Especial encargado de investigar el asunto de las escuchas.
En las comparecencias en la Comisión, John Dean, consejero de Nixon, reveló que el propio Presidente era conocedor de las escuchas y que había grabado casi todas las conversaciones que había mantenido en la residencia presidencial y en las oficinas de su partido. Asimismo, declaró que Mitchel había ordenado el allanamiento y había tratado de encubrir la participación de la Casa Blanca, desde la cual, según su versión, había partido la autorización para que se pagase a los asaltantes por su silencio. Su testimonio fue refrendado por Butterfield, otro de los asesores presidenciales, que añadió el dato de que Nixon había ordenado la instalación en la Casa Blanca de un sistema para grabar todas las conversaciones.
El Procurador Especial ordenó a Nixon la entrega de varias grabaciones con el fin de corroborar el testimonio de Dean, ante lo cual el Presidente se negó de plano y ordenó a Richardson el cese inmediato de Cox. La dimisión de éste obligó al Fiscal General del Estado a intervenir para cesar a Cox, lo cual suscitó un gran rechazo entre la opinión público. Con el nuevo Procurador Especial, Leon Jaworski, se supo que algunas de las cintas solicitadas habían desaparecido, y que varias de las que finalmente fueron entregadas (tras decidirlo así el Tribunal Supremo) habían sido manipuladas. A comienzos de 1974 el Gran Jurado acusó formalmente a Mitchell, Haldeman, Ehrlichman y otros cuatro funcionarios más de la Casa Blanca de encubrir el asunto Watergate y aludió a la posible implicación de Nixon, aunque sin llegar a encausarle.
Todo el proceso deterioró seriamente la imagen pública del Presidente Nixon, cuya obstrucción a la investigación del asunto Watergate quedó confirmada con los testimonios recogidos en tres nuevas grabaciones presentadas a comienzos de 1974, en las cuales se reveló que había cursado orden a la Oficina Federal de Investigación (FBI) para que abandonase toda indagación de las escuchas. En los últimos días de julio, una comisión designada en el seno de la Cámara de Representantes presentó tres acusaciones formales contra el Presidente: obstrucción a la justicia, abuso del poder ejecutivo y quebrantamiento de las normas constitucionales.
Se ponía así en marcha el procedimiento del impeachment, independiente del judicial y encaminado a depurar las responsabilidades políticas del Presidente y los más altos funcionarios de la Administración. Ante ese estado de cosas, Nixon decidió finalmente renunciar a su cargo, hecho sin precedentes en la historia de los mandatos presidenciales norteamericanos que fue oficialmente comunicado el 8 de agosto de 1974. Un día más tarde fue relevado por su vicepresidente, Gerald R. Ford, que se convirtió en el trigésimo octavo Presidente de los Estados Unidos. Su primera decisión política fue exonerar formalmente a Nixon de cualquier responsabilidad penal en que pudiera haber incurrido.
Retirado en su rancho californiano de San Clemente, Nixon intentó volver a la práctica de la abogacía sin poder conseguirlo, ya que fue expulsado del Colegio de Abogados e incapacitado para el desempeño de su profesión en todo el territorio estadounidense. Nixon vivió el resto de sus días como un respetable y docto asesor político, aprovechándose de la ola ultraconservadora que impusieron al país las administraciones republicanas de Ronald Reagan y de George Bush. Precisamente este último, en el año 1992, le ofreció una pública reparación política y personal. Nixon murió dos años más tarde en Nueva York. En 1978 plasmó sus experiencias como presidente en la obra Mis memorias, libro que le convirtió en millonario por su gran éxito editorial. En el año 1986 volvió a publicar otra exitosa obra, No más Vietnam. Al año de su muerte, el afamado director de cine Oliver Stone llevó su vida al cine con el largometraje Nixon.

Jimmy Carter

(James Earl Carter; Plains, Georgia, 1924) Trigésimo noveno presidente de los Estados Unidos de América (1977-1981). De su dedicación original al cultivo del cacahuete (símbolo de su posterior campaña electoral), pasó a la política profesional en las filas del Partido Demócrata, que le llevó a ser senador entre 1962 y 1966. Como gobernador de Georgia (1970-1974) destacó por su política en favor de los derechos de los negros y de las mujeres.

En 1977 obtuvo la presidencia tras derrotar por estrecho margen al anterior presidente y candidato republicano, Gerald Ford, gracias en parte al descrédito en que habían caído los republicanos por los tropiezos de Richard Nixon y su precipitada retirada a causa del caso Watergate.
Durante su mandato, Carter dio un giro radical a la política exterior de Estados Unidos: la defensa de la democracia y de los derechos humanos a escala internacional contribuyó, por ejemplo, a la caída del dictador Somoza en Nicaragua; reivindicó por primera vez los derechos del pueblo palestino ante las autoridades israelíes; y consiguió que Egipto e Israel firmaran una paz duradera (Camp David, 1979).
Pero la opinión pública americana desautorizó dicha política por considerarla un exceso de debilidad, especialmente visible ante la revolución islámica de Jomeini y el secuestro de los funcionarios de la embajada americana en Irán, que enturbió los últimos meses de su mandato.
Las elecciones de 1980 dieron un triunfo clamoroso al candidato republicano, Ronald Reagan. Desde su retiro en 1981, Carter ha rentabilizado su prestigio político actuando como observador imparcial en procesos electorales del Tercer Mundo y como mediador en conflictos internacionales.

Ronald Reagan

(Kilton, Illinois, 1911 - Los Ángeles, 2004) Cuadragésimo presidente de los Estados Unidos de América (1981-1989). Tras una breve experiencia en la radio, fue actor profesional de cine, interviniendo en múltiples películas de Hollywood entre 1937 y 1964. Nunca llegó a ser una gran estrella, pero adquirió cierta notoriedad como presidente del sindicato de actores en la época de la caza de brujas de Joseph McCarthy (1947-54). Su trabajo posterior como presentador de televisión le proporcionó la popularidad que le faltaba para dar el salto a la política, integrándose en el Partido Republicano y alineándose con su corriente más conservadora (1962).

Dotado de un gran carisma para el electorado americano, Reagan fue elegido gobernador del Estado de California en 1966 (y reelegido en 1970). Con su prestigio intacto después de dos mandatos, decidió no presentarse a otra reelección para luchar por la nominación a la presidencia tras la caída de Nixon(1974). Habría de esperar para conseguirlo, pues en 1976 el partido prefirió presentar al presidente saliente (y ex vicepresidente de Nixon) Gerald Ford; Ford perdió las elecciones presidenciales frente a los demócratas, quedando abierto el camino para Reagan en la siguiente convocatoria.
Ronald Reagan ganó holgadamente las elecciones presidenciales de 1980, apelando al orgullo nacional americano después de la supuesta debilidad que se le achacaba a la administración de Jimmy Carter; se trataba de recuperar la confianza de los americanos en sus valores tradicionales, seriamente dañada por la Guerra de Vietnam (1969-74) y por el caso Watergate (1973). La capacidad de Reagan para la comunicación (relacionada con su experiencia de actor) le permitió encarnar las aspiraciones de liderazgo fuerte que albergaba el americano medio, proporcionándole una reelección sin complicaciones en 1984, a pesar de su avanzada edad.
Durante su presidencia (1981-1989) impulsó un programa de revolución conservadora que entroncaba bien con los vientos reaccionarios que alentaban el gobierno de Margaret Thatcher en el Reino Unido y el pontificado de Juan Pablo IIen la Iglesia católica. Consistía en una política económica neoliberal a ultranza, acompañada de un rearme militar y una política exterior más agresiva, que permitieran relanzar la cruzada contra el comunismo en el mundo.
Financió y armó a los grupos contrarrevolucionarios de Centroamérica hasta forzar la caída del régimen sandinista en Nicaragua. Ordenó intervenciones militares en defensa de los intereses americanos en Granada (1983) y Libia (1986). Reforzó los vínculos con los aliados de la OTAN, de los cuales obtuvo apoyo para desplegar nuevos misiles de alcance medio en Europa (los euromisiles). E impulsó un salto cualitativo en la carrera de armamentos con su Iniciativa de Defensa Estratégica (o Guerra de las Galaxias), orientada a desarrollar nuevas armas que garantizaran la superioridad tecnológica occidental en un eventual conflicto nuclear con la Unión Soviética.
Aquel programa de rearme fue el detonante del colapso de la URSS, pues su estancamiento económico le impedía seguir el ritmo impuesto por Reagan en la carrera de armamentos: obligó a la URSS a firmar acuerdos de desarme nuclear y a abandonar Afganistán (1988), lo que equivalía a renunciar a seguir desempeñando un papel de gran potencia. En consecuencia, comenzó el proceso de desintegración del régimen soviético bajo Gorbachov, que arrastró el hundimiento del comunismo a escala mundial, con lo que los más ambiciosos sueños anticomunistas de Reagan se vieron colmados. 
Al lado de ese éxito, la opinión pública americana consideró menores otros fracasos, como los cosechados al intentar doblegar al régimen integrista islámico de Irán (al cual el gobierno norteamericano llegó incluso a vender armas en secreto para financiar ilegalmente a la guerrilla contrarrevolucionaria de Nicaragua, evitando el control del Congreso, donde tenía mayoría la oposición demócrata).
En política económica el balance fue menos brillante, pues si bien hubo un cierto crecimiento en los primeros años (impulsado por una política ultraliberal con altos costes sociales), el déficit presupuestario no dejó de crecer y obligó a mantener tipos de interés altos que acabaron pesando sobre la economía real. A pesar de las dificultades económicas del final de su segundo mandato, Reagan mantenía popularidad suficiente como para optar a un tercero si esa posibilidad no estuviera prohibida por la ley; el prestigio de su administración facilitó la elección de su vicepresidente, George H. Bush, en las presidenciales de 1988. Reagan se retiró de la política en 1989, manifestándose poco después sus graves problemas de salud (enfermedad de Alzheimer), que probablemente se habían iniciado ya durante el mandato presidencial.

Nikita Jruschov

(Nikita Serguéievich Jrushov, Jruschev o Kruschev; Kalinovka, Kursk, Rusia, 1894 - Moscú, 1971) Dirigente de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Procedente de una familia minera, participó en la Revolución bolchevique (1917) y luchó en el Ejército Rojo durante la Guerra Civil que le siguió (1918-20). Luego hizo carrera política en el Partido Comunista de Ucrania, hasta llegar a ser primer secretario de la región de Moscú (1935-38) y de la República de Ucrania (1938-49).

Desde este último cargo se esforzó por reducir el nacionalismo ucraniano; organizó la anexión de los territorios ganados por Ucrania en virtud del reparto de Polonia entre la Alemania nazi y la Unión Soviética; y dirigió la resistencia contra la invasión alemana en el curso de la Segunda Guerra Mundial (se distinguió especialmente en la batalla de Stalingrado). Sobrevivió a todas las purgas de la época, haciendo gala de un gran celo estalinista. En 1949 regresó a Moscú, donde empezó a destacar como especialista en cuestiones agrícolas en el Comité Central.
Al morir Stalin en 1953, Jruschov fue elegido primer secretario del Partido Comunista de la Unión Soviética, compartiendo el poder con una dirección colegiada del Presídium del partido. Paulatinamente, Jruschov se erigió en líder de una corriente renovadora, dispuesta a romper con el pasado estalinista: primero se deshizo del ministro del Interior Beria, que representaba la pervivencia del estalinismo; la mala marcha de la economía le permitió apartar también a su rival, el primer ministro Malenkov (1955); la dimisión del nuevo primer ministro, Bulganin, en 1958, permitió por fin a Jruschov concentrar personalmente la dirección del Estado y del partido.
En 1956 defendió ante el XX Congreso del Partido un informe en el que denunciaba los crímenes y errores de la época de Stalin, el culto a la personalidad y el dogmatismo ideológico. Un año después eran expulsados del Comité Central los dirigentes más significativos de la etapa anterior, en medio de un proceso general de desestalinización. Y en 1961 hizo que el XXII Congreso del Partido condenara oficialmente a Stalin.
Jruschov orientó la política soviética en un sentido liberalizador, pero manteniéndose dentro de la ortodoxia comunista y de la dictadura de partido único. Así, aunque impulsó la reconciliación con la Yugoslavia de Tito, no dudó en intervenir militarmente para aplastar la revuelta anticomunista de Hungría (1956) y rompió con la China de Mao (1961). Aunque acuñó la doctrina de la «coexistencia pacífica» con el bloque occidental, las relaciones con Estados Unidos incluso empeoraron, a raíz de la construcción del Muro de Berlín (1961) y del intento de instalar misiles en Cuba (1962).
Bajo su mandato, la URSS obtuvo logros significativos en la carrera espacial (lanzamiento del primer satélite en 1957 y primer vuelo espacial tripulado en 1961) y en la carrera de armamentos; pero fracasó en su intento de llevar la rivalidad entre las superpotencias al terreno económico. Lanzó planes orientados a revitalizar la economía soviética para alcanzar a Estados Unidos: descentralizó la planificación aumentando la autonomía de regiones y empresas, impulsó la colonización de tierras vírgenes en Siberia, fomentó la investigación científica, prestó mayor atención a la agricultura y la industria ligera, dio prioridad al abastecimiento de bienes de consumo.
Fueron precisamente sus fracasos en materia económica (los malos resultados agrícolas obligaron a la importación masiva de cereales) los que, unidos al aislamiento exterior, debilitaron a Jruschov y permitieron que se fraguara una conspiración para apartarle del poder. Las reformas que había iniciado para aligerar la burocracia le habían hecho impopular en el partido y en la Administración. En 1964 fue forzado a dimitir, sucediéndole al frente del partido uno de sus más estrechos colaboradores, Leonid Brezhnev.

Leonid Ilich Brezhnev

(También llamado Leónidas Breznev; Kámenskoie, Ucrania, 1906 - Moscú, 1982) Dirigente de la Unión Soviética. Tras estudiar agronomía e ingeniería industrial, se integró en el Partido Comunista de la Unión Soviética en 1931, en la época en que las purgas de Stalin eliminaron a la «vieja guardia» de la Revolución bolchevique y abrieron las puertas del partido a las jóvenes generaciones formadas bajo el régimen comunista. Combatió contra los alemanes en la Segunda Guerra Mundial(1939-45), alcanzando el grado de general.

En 1952 accedió al Comité Central del Partido. Tras la muerte de Stalin en 1953, se mostró decidido partidario y colaborador de la línea aperturista de Jruschov, bajo cuya protección se convirtió en presidente de la URSS (1960-64); desde ese cargo encabezó la lucha de los jóvenes tecnócratas contra los viejos comunistas ortodoxos. Sin embargo, colaboró en el golpe de Estado que derrocó a Jruschov en 1963. En 1964 fue designado secretario general del PCUS, cargo que le otorgó el máximo poder en el régimen soviético durante 22 años, si bien se instauró una ficción de dirección colegiada para corregir los excesos personalistas de épocas anteriores.
La apariencia inicial de un poder compartido con Podgorny (jefe de Estado) y Kossygin (jefe del Gobierno) se disolvió pronto, sobre todo a partir de que las discrepancias entre Brezhnev y Podgorny llevaran a éste a dimitir, acumulando Brezhnev la Presidencia de la URSS (1977). Sin nuevas ideas para dinamizar el régimen comunista, el país volvió al centralismo de la época estalinista y se fue hundiendo paulatinamente en la burocratización y el estancamiento. 
En política exterior, Brezhnev defendió la doctrina de la «coexistencia pacífica» con el bloque capitalista, tanto más justificada a medida que el estancamiento económico iba dejando atrás a la URSS en sus posibilidades de competir con Estados Unidos. Pero aunque impulsó las negociaciones de desarme con Estados Unidos (acuerdos SALT, de 1972 y 1979), no cesó la agresividad militar soviética, especialmente sobre los países de su área de influencia: en 1968 mandó aplastar por la fuerza la «primavera de Praga», un intento de los comunistas de Checoslovaquia de reformar el régimen en sentido democrático.
Con motivo de aquella invasión formuló la doctrina de la «soberanía limitada», que convertía a los países socialistas del este de Europa, integrados en el Pacto de Varsovia, en satélites semicoloniales de la URSS; igualmente avaló la invasión militar de Afganistán en 1979 -de la que, al parecer, no era partidario-, alegando la existencia de amenazas sobre el régimen prosoviético de aquel país. Desde entonces, ya anciano y enfermo, su influencia en el Politburó decayó hasta su muerte. El «culto a la personalidad» del dictador destacó sus facetas de estratega (nombrado mariscal en 1976) y escritor (Premio Lenin de Literatura en 1980).

Mijail Gorbachov

(Mijail Sergueievich Gorbachov; Privolnoje, Stavropol, 1931) Último dirigente de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Procedente de una familia campesina rusa de la región del norte del Cáucaso, estudió derecho en la Universidad de Moscú (1950-55). Allí se casó con Raisha Maximovna Titorenko y se afilió al Partido Comunista. De regreso a su región de origen, realizó una rápida carrera política, ascendiendo a cargos de responsabilidad regional en las juventudes comunistas y en el partido.

Completó su formación con estudios de Agronomía en los años sesenta, lo cual le permitió obtener su primer gran éxito político al afrontar la catastrófica sequía de 1968. Fue entonces cuando saltó a la política nacional, resultando elegido miembro del Sóviet Supremo (1970), del Comité Central del Partido (1971; secretario de Agricultura en 1978) y del Politburó (1980).
Esta rápida ascensión culminó con su elección como secretario general del Partido Comunista de la URSS tras la muerte de Konstantin Chernenko (1985) por un estrecho margen de votos; obtenía así el máximo poder de la declinante potencia soviética, que se completaría con su nombramiento como presidente del Sóviet Supremo y jefe del Estado (1988).
La llegada de Gorbachov al poder suponía no sólo una renovación generacional, sino también una esperanza de renovación política: Gorbachov encarnaba la corriente reformista que proponía una apertura liberalizadora para sacar a la URSS del estancamiento económico, político y cultural en el que había quedado sumida desde la época de Brezhnev. Gorbachov no defraudó esas expectativas, pues desde 1990 puso en marcha un programa político extremadamente audaz que no sólo acabaría con la dictadura comunista en la URSS, sino con la propia existencia de aquel Estado, transformando así profundamente el escenario internacional.
Dicho programa, sin embargo, era obra de un comunista convencido, deseoso de reforzar y perfeccionar el régimen socialista mediante la trasparencia (glasnost) y la reestructuración (perestroika). La glasnost se produjo primero y con más facilidad: Gorbachov implantó una mayor trasparencia informativa, acabó con la represión hacia los disidentes, desmontó el Estado policial y la censura de prensa, restauró cierta libertad de expresión y reconoció públicamente los crímenes y los errores cometidos en el pasado por el partido y por el Estado soviético. Con todo ello se ganó el apoyo de los gobiernos y de la opinión pública occidental.
Esta acogida no es de extrañar, dado que Gorbachov practicó una política exterior pacifista, llevando de hecho a la URSS a renunciar a su papel de gran potencia mundial, con tal de reducir así los pesados gastos militares que apenas podía soportar la debilitada economía del país (tratado de desarme pactado con los Estados Unidos de Ronald Reagan en 1987, y retirada de Afganistán en 1989). La retirada del ejército soviético condujo a procesos más o menos revolucionarios que acabaron con los regímenes comunistas en Europa central y oriental, abriendo el camino para la reunificación de Alemania (1990).
La reconstrucción económica, sin embargo, sería uno de los principales fracasos de Gorbachov: la perestroika suponía sacar a la economía soviética del caos y el anquilosamiento en el que estaba sumida, introduciendo mayor libertad de empresa y dejando actuar al mercado para corregir los defectos de la planificación. Sin embargo, estas reformas no tuvieron resultados positivos inmediatos, pues desorganizaron aún más el sistema productivo existente y ahondaron el empobrecimiento de la mayor parte de la población. Todo ello creó tensiones sociales, agravadas por los intereses político-económicos que se veían afectados.
En el aspecto político, se inició una apertura que debía conducir gradualmente a una democracia pluripartidista; pero los avances en ese camino, considerados excesivos por la «vieja guardia» comunista, fueron considerados demasiado lentos por la creciente oposición ajena al partido: Gorbachov y su equipo avanzaban despacio por las resistencias existentes dentro del régimen y por el temor a perder el control del proceso. El efecto principal de la apertura fue la eclosión de los sentimientos nacionalistas, que cuajaron en movimientos independentistas en las diversas repúblicas que formaban la URSS.
En 1991 se produjo un intento de golpe de Estado militar de tendencia involucionista, que fue detenido por la fuerza del movimiento democrático radical, encabezado por Boris Yeltsin; éste se hizo dueño del poder en Rusia, apartando a Gorbachov y pactando con los dirigentes de las otras repúblicas el desmantelamiento de la URSS. Gorbachov se retiró de la política en aquel mismo año; aunque se presentó a las elecciones presidenciales de Rusia en 1996, obtuvo un resultado pésimo, reflejo de la impopularidad que se ganó en su propio país.
Información sacada de www.biografiasyvidas.com


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